El nombre “León” carga consigo siglos de historia dentro del papado. Antes del actual Pontífice que lo vuelve a elegir, ya hubo trece papas que se llamaron así, comenzando por San León I, conocido como San León Magno, quien dejó una huella imborrable en la Iglesia.
San León Magno, que gobernó entre los años 440 y 461, es recordado no solo por su defensa incansable de la doctrina cristiana frente a diversas herejías, sino también por su papel diplomático: fue quien logró persuadir a Atila el Huno de no invadir Roma. Tal fue su impacto que se convirtió en el primer Papa en ser honrado con el título de “el Magno”.
Siglos más tarde, otro León marcaría la historia papal: León XIII, quien estuvo al frente de la Iglesia entre 1878 y 1903. Su encíclica Rerum Novarum sentó las bases de la doctrina social moderna de la Iglesia Católica, orientando su postura frente a los desafíos del mundo laboral y las transformaciones sociales de su época.
El nombre “León” proviene del latín “Leo”, que significa literalmente “león”, el animal, símbolo de fuerza, coraje y liderazgo. En el contexto papal, la elección de este nombre suele interpretarse como un gesto cargado de intención: representa un liderazgo firme, una respuesta fuerte en tiempos de crisis y una voluntad de resguardar los valores tradicionales mientras se enfrentan los desafíos contemporáneos.
Así, cada vez que un nuevo Papa adopta el nombre León, evoca un legado de poder espiritual, inteligencia estratégica y profunda conexión con los principios históricos de la Iglesia.