El Día Internacional de las Montañas se conmemora cada 11 de diciembre desde 2003 por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La fecha busca destacar el papel fundamental que estos ecosistemas cumplen en la salud del planeta y la vida de millones de personas. Con más del 25% de la superficie terrestre ocupada por zonas montañosas, su conservación se volvió una prioridad urgente.
Ecosistemas esenciales para el agua y la biodiversidad
Las montañas son consideradas “torres de agua naturales”: proveen entre el 60% y el 80% del agua dulce del mundo. Glaciares, lagos de altura y nacientes de ríos dependen de su equilibrio. A esto se suma que albergan una enorme biodiversidad, con especies endémicas que solo pueden sobrevivir en estos ambientes.
Además, son el hogar de comunidades que mantienen tradiciones ancestrales, economías regionales y formas de vida adaptadas a los entornos de altura.
Los desafíos: cambio climático, deforestación y turismo sin control
La ONU advierte que los ecosistemas montañosos son de los más vulnerables al calentamiento global. El retroceso acelerado de glaciares, la pérdida de nieve y las alteraciones en los regímenes de lluvia están modificando la disponibilidad de agua en vastas regiones.
La deforestación, la minería, los incendios y la presión del turismo masivo también ponen en riesgo su estabilidad ecológica y a las poblaciones locales que dependen de ellas.
El rol del turismo sustentable
Cada año, el Día Internacional de las Montañas promueve un lema global que impulsa la reflexión y la acción. En los últimos años, el foco estuvo puesto en el turismo sostenible, entendido como una herramienta para generar empleo, proteger la biodiversidad y apoyar el desarrollo de comunidades de montaña sin comprometer los ecosistemas.
Una fecha para actuar por su futuro
La celebración del Día Internacional de las Montañas invita a reflexionar sobre la importancia de proteger estos ecosistemas, en el mundo y también en Argentina. Conservar sus glaciares, bosques, cuencas y culturas es fundamental para garantizar agua, biodiversidad, energía, turismo y desarrollo sostenible para las generaciones futuras.

