El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, expresó este viernes su respaldo al acuerdo alcanzado ayer entre los presidentes de la República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda, Félix Tshisekedi y Paul Kagame. El jefe de la ONU sostuvo que la firma representa “un paso fundamental” para restablecer la confianza mutua y encaminarse hacia “una paz duradera” en una región marcada por décadas de violencia.
En paralelo, Guterres destacó la labor diplomática de Washington. Celebró la formalización de los llamados Acuerdos de Washington, un entendimiento impulsado por Estados Unidos, y reconoció tanto los esfuerzos del presidente norteamericano, Donald Trump, como el compromiso demostrado por los líderes africanos para alcanzar este avance.
El secretario general también valoró los progresos logrados en los procesos de Doha y de la Unión Africana, al tiempo que instó a todas las partes a cumplir de manera estricta los compromisos asumidos, incluido el alto el fuego permanente pactado.
Durante la ceremonia de firma —realizada en un instituto de paz recientemente renombrado en honor a Trump— el mandatario estadounidense posó junto a Kagame y Tshisekedi. Desde allí, reafirmó ante la prensa el alcance del documento: afirmó que el texto consolida un acuerdo negociado seis meses atrás, que contempla un cese del fuego definitivo, el desarme de grupos armados no estatales, garantías para el retorno de refugiados y mecanismos de justicia para crímenes cometidos en el marco del conflicto. “Creo que será un gran milagro”, declaró Trump, para luego añadir con tono irónico que, tras años de enfrentamientos, los líderes ahora podrán “abrazarse, tomarse de la mano y aprovecharse económicamente de Estados Unidos, como hace cualquier otro país”.

Por su parte, Naciones Unidas reiteró a través del portavoz Stéphane Dujarric que tanto la organización como la misión de paz desplegada en Congo (MONUSCO) seguirán respaldando todos los esfuerzos destinados a lograr estabilidad y seguridad de largo plazo en el país y en toda la región de los Grandes Lagos.
Aun así, los mandatarios africanos se mostraron más prudentes. Kagame advirtió que el camino por delante será complejo y estará marcado por “altibajos”. Tshisekedi coincidió en que la firma constituye apenas “el inicio de un nuevo camino, un camino exigente”, y remarcó que para sostener esta nueva etapa será necesario compromiso y trabajo continuo.
Las negociaciones que derivaron en este acuerdo surgieron tras la escalada de violencia desatada por la ofensiva del grupo rebelde M23 —integrado mayormente por tutsis congoleños—, que logró tomar las capitales de Kivu Norte y Kivu Sur. Esa avanzada intensificó la tensión entre ambos países: Kinshasa acusa a Kigali de brindar apoyo a los insurgentes, mientras Ruanda sostiene que el gobierno congoleño persigue a la población tutsi con la ayuda de milicias como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), compuestas por hutus que escaparon luego del genocidio de 1994, junto con otras agrupaciones armadas de la zona.

