La intervención de María Corina Machado durante la entrega del Premio Nobel de la Paz 2025 —leído por su hija, Ana Corina Sosa Machado— se transformó en un retrato de la resistencia venezolana y en un llamado universal a defender la libertad. La líder opositora llegará a Oslo en las próximas horas, mientras su discurso ya resonó en el Ayuntamiento de la capital noruega.
La ceremonia captó la atención internacional. Sosa Machado apareció en el escenario para recoger el galardón en nombre de su madre, en un acto marcado por el clima político global. Paralelamente, el Instituto Nobel reclamó la renuncia de Nicolás Maduro y denunció sus vínculos con Rusia, China, Cuba, Irán y Hezbollah.
Machado abrió su mensaje ubicando su relato en la historia colectiva de Venezuela.
“He venido a contarles una historia, la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad. Esa marcha me trae hoy aquí, como una voz entre millones de venezolanos que se han levantado una vez más para reclamar el destino que siempre les ha pertenecido”, expresó.
Más adelante agradeció, en nombre del país, el reconocimiento internacional: “Agradezco en nombre del pueblo venezolano, estoy en camino a Oslo”.
La dirigente reconstruyó la identidad venezolana resaltando la mezcla cultural que dio origen a la nación. Recordó que “Venezuela nació de la audacia, moldeada por una fusión de pueblos y culturas. De España heredamos una lengua, una fe y una cultura que se hermanaron con nuestras raíces ancestrales indígenas y africanas”. También reivindicó el rol histórico de la Constitución de 1811, “que consagró la dignidad soberana, los derechos individuales, la libertad religiosa y la separación de poderes”.

El Instituto Nobel, por su parte, mencionó a las víctimas de la dictadura venezolana durante la ceremonia.
Machado recorrió luego el período de modernización del país. “En tiempos de paz, convertimos esa riqueza repentina en un motor de conocimiento y de imaginación”, recordó, aludiendo a logros científicos, educativos y culturales, así como a la apertura internacional que permitió recibir estudiantes venezolanos en las mejores universidades del mundo.
También destacó el espíritu solidario del país durante el siglo XX. “Abrimos los brazos a migrantes y exiliados de todos los rincones del mundo”, dijo, enumerando españoles, italianos, portugueses, judíos, chilenos, argentinos, uruguayos, cubanos y familias procedentes de Colombia, Líbano y Siria.
La opositora advirtió luego sobre el peligro de dar por sentada la democracia. “Incluso la democracia más fuerte se debilita cuando sus ciudadanos olvidan que la libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida”, afirmó.
Identificó el quiebre institucional en un punto crítico: “El cabecilla de un golpe militar contra la democracia fue elegido presidente, y muchos pensaron que el carisma podía sustituir el Estado de derecho”.

A partir de allí, denunció la erosión del sistema republicano: censura, manipulación electoral, persecución, corrupción y devastación ambiental. “Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia”, dijo. Y recordó la tragedia social: “La economía colapsó más de un ochenta por ciento, la pobreza superó el ochenta y seis por ciento, y nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir”.
Machado también describió cómo la represión se volvió una herramienta del régimen para dividir a la población. “Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio”, relató.
El renacer de la esperanza surgió con las elecciones primarias opositoras. “Decidimos, contra todo pronóstico, realizar una elección primaria… Decidimos confiar en la gente”, afirmó. Incluso la migración forzada terminó uniendo al país: “La migración forzada, que buscaba fracturarnos, terminó uniéndonos”.
La dirigente recordó luego episodios concretos de la campaña, como el encuentro con Carmen, una maestra de Nirgua. La historia de su hijo emigrado que la impulsó a acercarse al acto opositor simbolizó, según Machado, el triunfo del amor sobre el miedo.
La organización de las primarias y de la elección presidencial fue descrita como un despliegue monumental: “Seiscientos mil voluntarios, treinta mil centros de votación, antenas Starlink, escáneres y computadoras escondidas en camiones de frutas”. La tecnología, sostuvo, se convirtió en aliada de la libertad.
El 28 de julio de 2024 marcó un hito. “Edmundo González ganó con el sesenta y siete por ciento de los votos… Todas las actas contaban la misma historia”, afirmó. Las actas fueron digitalizadas y publicadas en horas.
La respuesta del régimen fue brutal: “Dos mil quinientas personas fueron secuestradas, desaparecidas o torturadas… Crímenes de lesa humanidad”. Machado denunció los abusos contra adolescentes detenidos y la esclavitud sexual en prisiones.
A pesar del riesgo, aseguró que la resistencia siguió organizada. “Durante estos dieciséis meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada”.
Sobre el significado del Nobel, afirmó que recuerda al mundo la conexión entre democracia y paz. Y subrayó una idea central: “La libertad se conquista cada día”.
Machado cerró con una visión esperanzadora: “Venezuela volverá a respirar… Abriremos las puertas de las cárceles… Volveremos a abrazarnos, a enamorarnos, a oír nuestras calles llenas de risas y de música”.
Finalmente, dedicó el reconocimiento al pueblo: “A los millones de venezolanos anónimos que arriesgaron sus hogares, sus familias y sus vidas por amor… A ellos pertenece este honor, este día y el futuro”.

