La Real Academia Sueca de Ciencias anunció este lunes que el Premio Nobel de Economía 2025 fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, tres académicos cuyas investigaciones transformaron la comprensión moderna sobre cómo la innovación tecnológica impulsa el crecimiento sostenido.
Mokyr, profesor en la Universidad Northwestern (Estados Unidos), recibirá la mitad del premio, valorado en 11 millones de coronas suecas, “por haber identificado los requisitos previos para el crecimiento sostenido a través del progreso tecnológico”.
Por su parte, Aghion, del Collège de France, INSEAD y London School of Economics, y Howitt, de la Universidad Brown (EE.UU.), compartirán la otra mitad “por su teoría del crecimiento económico basado en la destrucción creativa”.
Del estancamiento al progreso continuo
El trabajo de los galardonados responde a una pregunta fundamental: ¿por qué el mundo comenzó a crecer de forma sostenida hace apenas dos siglos, tras milenios de estancamiento económico?
Durante gran parte de la historia humana, los niveles de vida apenas cambiaban entre generaciones. Sin embargo, con la Revolución Industrial, la innovación tecnológica y el avance científico se retroalimentaron en un ciclo de crecimiento continuo, especialmente en países como Gran Bretaña.
Según la Base de Datos del Proyecto Maddison 2023, el crecimiento anual promedio en naciones como Suecia y el Reino Unido fue de alrededor del 1,5 % durante los últimos 200 años, reflejo del impacto acumulado de ese proceso.
Nacido en Leiden, Países Bajos, en 1946, Mokyr utilizó fuentes históricas para demostrar que el progreso sostenido no depende solo del conocimiento práctico, sino también de entender científicamente por qué las innovaciones funcionan.
Antes de la Revolución Industrial, muchos avances eran empíricos y carecían de base científica, lo que limitaba su desarrollo posterior. La Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, con su énfasis en la observación y la reproducibilidad, permitió vincular el saber teórico con la práctica productiva, dando lugar a un flujo constante de innovación.
Mokyr también destacó que el éxito británico se debió a una cultura social y política abierta al cambio, con artesanos e ingenieros capacitados y instituciones que no bloqueaban la innovación, favoreciendo así el crecimiento sostenido.
La teoría de la destrucción creativa
En tanto, Philippe Aghion (nacido en París en 1956) y Peter Howitt (nacido en Canadá en 1946) abordaron el fenómeno desde otra perspectiva.
En su modelo matemático de 1992, explicaron la “destrucción creativa”: cada vez que surge un producto o tecnología mejorada, las empresas que dependen de métodos antiguos pierden competitividad y desaparecen.
La innovación, señalaron, es creativa porque genera progreso, pero también destructiva porque reemplaza estructuras obsoletas. Este proceso —aunque conflictivo— es el que ha impulsado las transformaciones económicas más profundas de los últimos dos siglos.
El modelo de Aghion y Howitt fue pionero al integrar producción, investigación y desarrollo, mercados financieros y ahorro de los hogares dentro de un mismo marco analítico, demostrando que el crecimiento depende de un equilibrio dinámico entre competencia, inversión y renovación tecnológica.
Lecciones para el presente
Los tres economistas coinciden en que la innovación solo prospera si las sociedades saben gestionar los conflictos que la acompañan.
Cuando las empresas consolidadas o los grupos de interés frenan los cambios que podrían afectarlas, el progreso se detiene.
“El trabajo de los laureados demuestra que el crecimiento económico no puede darse por sentado. Debemos proteger los mecanismos que sustentan la destrucción creativa, para no volver al estancamiento”, afirmó John Hassler, presidente del Comité del Premio en Ciencias Económicas.
El galardón, oficialmente denominado Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, fue creado en 1968 y se ha entregado 56 veces a 96 galardonados.
Aunque algunos puristas sostienen que no es un Nobel “original”, se entrega junto a los demás premios cada 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel (1896).