Las elecciones legislativas en Misiones dejaron una postal clara de lo que se está gestando en el tablero político nacional. Con una participación que apenas rozó el 50%, el oficialismo provincial logró mantener su hegemonía, mientras que el partido del presidente Javier Milei se posicionó como principal opositor. En medio de esta polarización, una figura inesperada, Ramón Amarilla, un ex policía encarcelado por sedición, se coló en el podio electoral con un quinto del electorado detrás.
Renovación blindada
El Frente Renovador de la Concordia (FRC), con más de dos décadas en el poder, volvió a demostrar su fortaleza. No solo logró el primer lugar en las urnas, sino que también estaría asegurando entre seis y siete bancas de las veinte en disputa, lo que le permite conservar la mayoría legislativa y garantizar la gobernabilidad del actual mandatario, Hugo Passalacqua.
La estrategia de combinar figuras propias con referentes cercanos al universo libertario bajo el lema del “blend” parece haber funcionado, a pesar del desgaste que puede generar un ciclo político tan extenso. Para el oficialismo misionero, el resultado reafirma el modelo de gestión local por encima de las disputas nacionales.
El avance libertario
La Libertad Avanza logró un hito importante: se transformó en la segunda fuerza más votada en Misiones. A pesar de la ausencia del color violeta en las boletas (todas en blanco y negro por normativa local), el mensaje fue claro: “Hartfield es Milei”. Esa consigna permitió al espacio fidelizar votos y evitar la dispersión hacia listas imitadoras.
Con entre cuatro y cinco bancas proyectadas, el armado libertario misionero superó las expectativas. El resultado representa un crecimiento concreto en una provincia donde históricamente los partidos nacionales tenían poco peso. Ahora, el desafío será ordenar el aluvión de dirigentes que buscan sumarse al espacio oficialista del Presidente. Los referentes locales, sin embargo, ya fijaron condiciones: afiliación, lealtad y empezar desde abajo.
El fenómeno Amarilla
Ramón Amarilla, ex policía detenido por encabezar un motín en 2024, fue la gran revelación de la jornada. Desde la cárcel, con una campaña limitada a las redes sociales, alcanzó cerca del 20% de los votos y quedó en tercer lugar. Lo paradójico: ganó en Cerro Azul, localidad donde está ubicada la cárcel en la que cumple prisión preventiva.
El partido “Por la vida y los valores”, que lo postuló, consiguió capitalizar el descontento social y la simpatía por un candidato disruptivo. Ahora, la incógnita es si el Tribunal Electoral le permitirá asumir una banca en la Legislatura. De hacerlo, se abriría un debate inédito en la política provincial.
Viejos partidos, nuevos fracasos
Los espacios tradicionales sufrieron un duro revés. Martín Arjol, ex referente radical y protagonista de elecciones pasadas, intentó vestirse de libertario con un sello alternativo, pero quedó relegado al quinto lugar. Peor aún fue el destino del frente “Unidos por el Futuro”, que reunió a lo que queda del PRO, la UCR y la Coalición Cívica: ni siquiera logró mejorar ese resultado.
El peronismo, intervenido y sin lista propia, optó por apoyar una alianza menor, pero terminó con menos del 1% de los votos y ni siquiera figuró entre las principales fuerzas.
Lo que deja Misiones
La baja participación, el dominio del oficialismo local, el ascenso libertario y la irrupción de un outsider tras las rejas conforman una mezcla que adelanta posibles escenarios nacionales. Misiones votó, y lo hizo dejando señales que exceden sus fronteras.