El vitíligo es una enfermedad cutánea crónica, progresiva y no contagiosa, que se caracteriza por la pérdida de pigmentación en diversas zonas del cuerpo debido a la destrucción de los melanocitos, células responsables de producir melanina. Esta condición genera la aparición de manchas blancas o máculas en zonas como el rostro, manos, codos, rodillas, pies, axilas, y también en áreas pilosas como el cuero cabelludo, cejas y pestañas (afectando el color del vello, en un fenómeno llamado poliosis).
Aproximadamente el 2% de la población mundial vive con esta patología, que suele manifestarse desde los 20 años y tiene una mayor incidencia en mujeres y en ciertos grupos étnicos. Si bien sus causas no están del todo definidas, se la vincula con factores genéticos, estrés crónico y otras enfermedades como la diabetes, el hipotiroidismo, la anemia perniciosa y la enfermedad de Addison.
Diagnóstico, tratamiento y cuidados recomendados
El diagnóstico del vitíligo lo realiza un dermatólogo, mediante una evaluación clínica con luz ultravioleta (lámpara de Wood), que permite identificar lesiones hipopigmentadas. Aunque no existe una cura definitiva, algunos tratamientos buscan restaurar parcialmente la pigmentación:
- Corticoides tópicos
- Fototerapia UVB de banda estrecha
- Antioxidantes orales
- Inhibidores de calcineurina
- Injertos de piel
- Trasplante de suspensión celular
Además, se recomienda evitar la exposición al sol, usar protector solar de alto factor, ropa adecuada, evitar tatuajes sobre zonas afectadas y no utilizar camas solares. Suplementos como vitamina C, vitamina B12, ácido fólico, ácido alfa-lipoico y Ginkgo Biloba pueden ayudar como apoyo complementario.
El costado emocional del vitíligo
Más allá de la dimensión médica, el vitíligo impacta profundamente en la autoestima y salud mental de quienes lo padecen. Al tratarse de una enfermedad visible y, en muchos casos, incomprendida por la sociedad, puede generar rechazo, discriminación, aislamiento, e incluso ansiedad, depresión e ideación suicida.
Por eso, es fundamental acompañar con atención psicológica y contención familiar, promoviendo la aceptación y luchando contra los estigmas que aún persisten. En ese sentido, el Día Mundial del Vitíligo es una oportunidad clave para reflexionar, informar y construir una mirada más empática hacia esta realidad.