El papa León XIV presidió este viernes un acto ecuménico sin precedentes en las ruinas de la histórica ciudad de Nicea, en Turquía. La ceremonia, desarrollada sobre los restos de la antigua basílica de San Neófito, reunió al patriarca ecuménico Bartolomé I de Constantinopla y a líderes de numerosas iglesias orientales y occidentales, en un marco cargado de simbolismo y dirigido a renovar el compromiso con la unidad cristiana.
El encuentro tuvo lugar en Iznik, a orillas del lago del mismo nombre, durante el primer viaje apostólico de León XIV. Allí, el pontífice y los representantes religiosos recitaron el Credo de Nicea, texto central del cristianismo desde hace casi diecisiete siglos. La imagen del papa junto a Bartolomé I, juntos en oración sobre un sitio que fue escenario de uno de los concilios más importantes de la historia, marcó uno de los momentos más significativos de su visita.
Desde la estructura semienterrada de la basílica —expuesta recientemente debido al descenso del nivel del agua—, los líderes entonaron en conjunto la declaración de fe surgida del Concilio de 325 d.C. León XIV subrayó que este credo es “de fundamental importancia en el camino hacia la plena comunión” y llamó a “superar el escándalo de las divisiones que todavía persisten”, invitando a las comunidades cristianas a recuperar el deseo de unidad por el que, recordó, “Jesús oró y entregó su vida”.

El acto de Nicea simbolizó el punto culminante de la agenda del pontífice en territorio turco. Participaron líderes ortodoxos griegos, sirios, coptos, siro-malankaras, armenios, protestantes y anglicanos, en una clara representación de la amplitud del diálogo intereclesial promovido por el Vaticano.
En paralelo, el patriarca Bartolomé I recordó que el Concilio de Nicea fue convocado por el emperador Constantino en un contexto de búsqueda de estabilidad y cohesión doctrinal. Afirmó que el Credo Niceno funciona como una “semilla de la existencia cristiana” y señaló que la ceremonia no buscaba únicamente recordar la historia, sino volver a dar un testimonio activo de la fe común expresada por los padres conciliares. La liturgia alternó cantos católicos y ortodoxos como gesto de hermandad entre confesiones. Aunque el Gran Cisma de 1054 sigue marcando diferencias —especialmente en torno a la primacía del papa—, el Credo Niceno continúa siendo aceptado por católicos, ortodoxos y la mayor parte de los protestantes.
Durante sus intervenciones, León XIV también instó a rechazar cualquier uso de la religión para justificar guerras, violencia o fanatismos. Reivindicó el “encuentro fraternal, el diálogo y la cooperación” como los únicos caminos legítimos para las comunidades de fe.

La ceremonia contó con la presencia de sacerdotes y obispos ortodoxos, quienes acompañaron la jornada en el área arqueológica. Sin embargo, el acto no estuvo exento de tensiones. Poco antes del inicio, alrededor de veinte integrantes del Partido del Nuevo Bienestar —una formación islamista local— realizaron una protesta bajo un fuerte operativo policial. A través de un comunicado leído por Mehmet Kaygusuz, denunciaron supuestos intentos de impulsar un “estado ortodoxo griego semejante al Vaticano” en suelo turco. La manifestación, no obstante, se disolvió pacíficamente.
La población de Iznik mostró reacciones diversas ante la visita papal. Para algunos habitantes, como Suleyman Bulut, de 35 años, el encuentro ecuménico fue positivo y un homenaje al legado cristiano de la región. Otros, como el comerciante Hasan Maral, de 41, admitieron sentirse incómodos con la presencia del pontífice, al considerar que su figura “parece contradictoria” con su fe.

Ya en Estambul, León XIV continuó enviando mensajes a la pequeña comunidad católica del país, estimada en unos 33.000 fieles frente a una población de 85 millones mayoritariamente musulmana. En la catedral del Espíritu Santo fue recibido con entusiasmo y alentó a los presentes a encontrar fortaleza en la “lógica de la pequeñez”, llamando a ayudar a los migrantes y refugiados. Luego visitó a las Hermanitas de los Pobres, responsables de un asilo de ancianos. La hermana Margret aseguró que la presencia del papa fue profundamente reconfortante: “Todos recibieron lo que esperaban: una bendición, una palabra amable. Es simplemente enorme”.
De cara a los próximos días, León XIV celebrará una misa multitudinaria en el Volkswagen Arena de Estambul y visitará la Mezquita Azul. Su recorrido internacional continuará luego en Líbano, última etapa del viaje apostólico.








