Dick Cheney, exvicepresidente de Estados Unidos y uno de los estrategas más influyentes de la política estadounidense de las últimas décadas, murió a los 84 años debido a complicaciones derivadas de una neumonía y enfermedades cardíacas y vasculares, según confirmó su familia en un comunicado difundido este lunes.

“Durante décadas, Dick Cheney sirvió a nuestra nación, incluyendo como jefe de gabinete de la Casa Blanca, congresista por Wyoming, secretario de Defensa y vicepresidente de los Estados Unidos”, señaló el texto familiar. “Fue un hombre que enseñó a sus hijos y nietos a vivir con coraje, honor y amor por el país. Estamos agradecidos más allá de toda medida por su legado”.
De la Guerra del Golfo a la Casa Blanca de Bush
De carácter reservado y determinación férrea, Cheney sirvió a cuatro presidentes y dejó su huella tanto en la Guerra del Golfo Pérsico, como secretario de Defensa de George H.W. Bush, como en la posterior administración de su hijo, George W. Bush, en la que actuó como un verdadero “director de operaciones” del gobierno.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Cheney se convirtió en uno de los principales arquitectos de la llamada “guerra contra el terrorismo”, defendiendo políticas de vigilancia masiva, detenciones e interrogatorios extendidos, y una estrategia exterior centrada en la fuerza militar. Su rol en la decisión de invadir Irak en 2003, basándose en supuestas armas de destrucción masiva que nunca fueron halladas, marcó el punto más polémico de su carrera.

“¿Soy el genio malvado que nadie ve salir de su agujero?”, ironizaba una vez sobre su fama de estratega en las sombras. En efecto, su influencia redefinió la vicepresidencia, convirtiendo un rol históricamente ceremonial en un verdadero eje de poder dentro de la administración.

Un republicano férreo que desafió a Trump
Tras dejar el cargo en 2009, Cheney siguió siendo una figura polarizadora. Su hija, Liz Cheney, heredó su temple político y se convirtió en una de las principales voces republicanas críticas de Donald Trump. Esa confrontación llevó al exvicepresidente a declarar públicamente en 2022: “En los 246 años de historia de nuestra nación, nunca ha habido alguien que representara una amenaza mayor para nuestra república que Donald Trump”.
En 2024, en un gesto inesperado, Cheney anunció que votaría por la candidata demócrata Kamala Harris, asegurando que “el deber patriótico está por encima de las divisiones partidarias”.
Una vida marcada por el poder y la enfermedad
A lo largo de su vida adulta, Cheney padeció graves problemas cardíacos: sobrevivió a cinco infartos, se sometió a múltiples cirugías y vivió durante años con un desfibrilador implantado, que incluso ordenó desactivar por temor a un posible ciberataque. En 2013 recibió un trasplante de corazón.

Su paso por la política estuvo acompañado de lealtades firmes y decisiones polémicas. “Tomé la decisión de que la única agenda que tendría sería la del presidente”, explicaba sobre su rol en el gobierno de Bush. Sin embargo, su estilo reservado y su tendencia a operar tras bambalinas le valieron comparaciones con un “Maquiavelo moderno”.
Incluso sus errores quedaron grabados en la cultura popular: en 2006, protagonizó un insólito accidente cuando disparó accidentalmente a un compañero durante una cacería, episodio que se convirtió en material inagotable para los comediantes estadounidenses.
De Wyoming al poder mundial
Nacido en Lincoln, Nebraska, el 30 de enero de 1941, Cheney creció en Casper, Wyoming. Estudió en la Universidad de Wyoming tras abandonar Yale, y se casó con Lynne Vincent, su novia de la secundaria, con quien tuvo dos hijas: Liz y Mary.

Su carrera política comenzó en 1968 como becario del Congreso y pronto se convirtió en protegido de Donald Rumsfeld, ascendiendo hasta ser jefe de gabinete de la Casa Blanca con apenas 34 años, durante el gobierno de Gerald Ford. Más tarde fue elegido congresista por Wyoming, cargo que ocupó durante una década, antes de dirigir el Pentágono durante la Guerra del Golfo (1990-91).
Entre ambas administraciones Bush, lideró Halliburton, una poderosa empresa de ingeniería petrolera con sede en Dallas, consolidando su reputación como un hombre de poder y negocios.
El último patriarca del poder duro
Dick Cheney encarnó una era de la política estadounidense en la que la discreción, la disciplina y la fuerza se confundían con autoridad. Con su muerte, se cierra el capítulo de uno de los vicepresidentes más influyentes, temidos y discutidos de la historia moderna de Estados Unidos, un hombre que moldeó la política exterior, redefinió la vicepresidencia y dejó una huella indeleble en la Casa Blanca y en el mundo.








