A solo 100 kilómetros de Buenos Aires, se esconde Zapiola, una pequeña localidad que parece haberse detenido en el tiempo. En un territorio repleto de propuestas para escapadas de fin de semana largo, este pueblo rural emerge silencioso, con campo, estancias y almacenes campestres que conservan la esencia de la provincia bonaerense.
Lejos de los centros vacacionales tradicionales como Mar del Plata o Tandil, Zapiola ofrece una experiencia distinta: tranquilidad absoluta, caminos de tierra que invitan a perderse y un ambiente donde lo simple se vuelve extraordinario. Con poco más de 300 habitantes estables, este rincón de la región despliega paisajes ondulados, sendas rurales y una hospitalidad genuina.
En pleno Partido de Lobos y a tiro de piedra de CABA, Zapiola está rodeado de campos, estancias históricas y puestos donde degustar salamines, quesos, pan casero y dulces artesanales. Basta comprar en un almacén y llevarlo hasta la Plaza Democracia Argentina para armar un picnic a la sombra de los árboles, rodeado de silencio y aire puro.

La historia de Zapiola
El origen de Zapiola se remonta a fines del siglo XIX, cuando la estación de tren del ramal Merlo–Lobos cobró vida en 1871. La localidad creció en torno a esos raíles de hierro, núcleo neurálgico que articuló el comercio rural y el transporte de granos. En 1903, se inauguró la Capilla Inmaculada Concepción, hoy el edificio religioso más antiguo del partido de Lobos, que refleja la devoción y el espíritu austero de aquellos primeros pobladores.
A lo largo de más de un siglo, Zapiola ha conservado esa impronta campestre. Sus calles, trazadas junto a vías férreas y surcadas por carruajes en tiempos pasados, mantienen intacto el perfil de pueblo rural. Las generaciones han transmitido el arte de la ganadería y la agricultura familiar, donde el maíz, la alfalfa y las papas andinas formaron parte de la dieta local desde sus albores.

Dónde queda Zapiola
Zapiola se ubica a 100 km al suroeste de la Ciudad de Buenos Aires, en la llanura pampeana del Partido de Lobos. El entorno combina estancias centenarias, campos de cultivo y caminos de tierra que invitan al viajero a bajar la velocidad y respirar despacio. Con apenas 350 almas, el pueblo despliega:
- Almacenes tradicionales donde se venden salamines, quesos, pan casero y dulces artesanales.
- La Plaza Democracia Argentina, un espacio cercado, limpio y silencioso para picnics, mates y paseos.
- El Rancho de Zapiola, un bodegón especializado en carnes a la parrilla, pastas caseras y platos regionales.
- La Capilla Inmaculada Concepción (inaugurada en 1903), joya arquitectónica de adobe y madera.
- La estación de tren original de 1871, hoy también biblioteca pública y punto de encuentro cultural.
En Semana Santa, los vecinos abren sus casas para vender empanadas fritas o al horno, pastelitos y tortas fritas. Estas celebraciones comunitarias refuerzan la idea de un pueblo que vive al ritmo de las estaciones y de la amistad vecinal.
Cómo llegar a Zapiola
Para quienes parten desde Buenos Aires, el trayecto en vehículo particular bordea autopistas y rutas distribuidas por la provincia. Se recorren aproximadamente 100 km en alrededor de una hora, según el tráfico. El último tramo transita por un camino de tierra poco frecuentado por transporte público, por lo que se recomienda ir en auto propio o alquilado.
Otra alternativa es tomar el Tren Sarmiento hasta Lobos y, desde allí, un remis o taxi que cubra los últimos 20 km de ripio. Quienes disfrutan de la aventura pueden aprovechar para pedalear o caminar los caminos rurales que conectan Lobos con Zapiola, sintiendo el crujir de la tierra bajo las ruedas o los pies.
Al llegar, el visitante descubre un pueblo donde el silencio es protagonista y la rutina urbana se olvida. Zapiola invita a reconectar con la naturaleza, a degustar sabores tradicionales y a recorrer a pie o en bicicleta cada rincón de su casco histórico. Un destino ideal para una escapada corta que revive lo auténtico de la Provincia de Buenos Aires.