En una sesión caliente y maratónica, acompañada por una marcha multisectorial multitudinaria en las inmediaciones del Congreso, la oposición logró imponer su agenda y aprobar en la Cámara de Diputados la prórroga de la moratoria previsional y un aumento extraordinario del 7,2% para las jubilaciones y pensiones, además de un bono de $110.000.
Pese a los esfuerzos del oficialismo por bloquear el quórum, la sesión se inició al mediodía y fue avanzando con el respaldo de bloques opositores. Con el correr de las horas, también se abrió paso el proyecto que declara la emergencia en discapacidad, con actualización automática de las pensiones no contributivas.
Desde Casa Rosada, sin eufemismos, dejaron trascender que cualquier proyecto con costo fiscal será vetado, sin importar el respaldo parlamentario ni el contenido social de las leyes.
Aunque el PRO y una parte de la UCR intentaron alinearse con el Gobierno para impedir la sesión, varios diputados terminaron absteniéndose al momento de la votación, conscientes del costo político de oponerse a los aumentos jubilatorios. Solo unos pocos radicales, como Julio Cobos, Fabio Quetglas y Natalia Sarapura, se desmarcaron con votos positivos.
Los proyectos de aumento y bono lograron una mayoría sólida, superior a los dos tercios, lo que abre la posibilidad de resistir un eventual veto presidencial. En cambio, la moratoria previsional fue aprobada por una diferencia ajustada, y por eso fue más celebrada por el kirchnerismo, que no ocultó su alegría en el recinto.
La diputada Karina Banfi (UCR) se quejó de las celebraciones y pidió que cesaran los aplausos: “No hay nada que festejar”.
La sesión también estuvo marcada por momentos de alto voltaje político, como el extenso debate sobre la comisión investigadora del caso Libra, en el que el presidente de la Cámara, Martín Menem, logró bloquear la avanzada opositora para quedarse con la presidencia de la comisión. Esto derivó en cruces reglamentarios intensos y acusaciones de autoritarismo.
El jefe del bloque de Unión por la Patria, Germán Martínez, tuvo un duro cruce con Menem, al que acusó de apagarle el micrófono: “Su autoritarismo avanza”, lanzó, jugando con el nombre de la fuerza oficialista.
También se registraron chicanas personales y descalificaciones, como la del libertario Lisandro Almirón, que llamó “Agost Carroña” a su colega Oscar Agost Carreño, quien retrucó recordándole sus causas judiciales.
La diputada Florencia Carignano fue aún más explosiva: acusó a Gerardo Milman de haber estado “dopado con fármacos” tras el intento de asesinato a Cristina Kirchner, y de contratar “gatos” como asesoras. Al intentar ser interrumpida por Lilia Lemoine, la kirchnerista respondió con un exabrupto: “Callate gato”.
La respuesta llegó de la diputada libertaria Nadia Márquez, que repudió el trato y alzó la voz: “No tengo huevos, pero me los inflaron. No se los voy a permitir ni con Lemoine ni con ninguna diputada de esta cámara”.