El reloj marcaba las 21:09 cuando Juan Fuentes apareció entre la gente. Lejos de ingresar por los camarines, eligió un recorrido emotivo: desde el hall principal bajó todos los escalones de la platea cantando, mientras saludaba y recibía abrazos en el camino. Esa cercanía marcó el pulso de toda la noche en el Teatro Ópera, donde se presentó con un show vibrante, extenso y cargado de identidad junto a una banda sólida integrada por Gastón Fleckenstein en batería, Jorge Martín Fernández Calderón en bajo, Mario Nahuel Gigena en guitarra y Hugo Ezequiel Salto Astudillo en piano. El inicio estuvo marcado por el nuevo disco: “Intro” y “Vida-La”, del álbum Mil Noches, fueron la excusa perfecta, acompañados luego por “Fuego en Animaná” y una vibrante versión de “Canción con todos”, que encendió de inmediato al público. Entonces, Fuentes tomó el micrófono y saludó con calidez: “Buenas noches, Buenos Aires. Qué hermoso estar acá. Voy a hablar poco y a cantar mucho”. Más tarde presentó uno de los momentos más íntimos de la noche: “Una zamba que cuenta la historia de la higuera milenaria que estaba en la casona del Molino, en Salta, donde aprendí a cantar y que fue cortada. Me hace sentir orgulloso de las composiciones, forma parte del último álbum Mil Noches”. Así dio pie a “Zamba de la higuera”, en la que la memoria personal y la tradición se encontraron en un relato profundo. |

La primera parte del show también incluyó “Luna llena”, “Solo noches” y “Es con mi voz”, donde Fuentes desplegó un registro sensible y versátil que lo acercó al público en un clima de intimidad. La impronta tradicional siguió con “Chacarera de las penas” y “Déjame que sueñe”, con el guitarrista Mario Gigena como socio clave en la interpretación. Juntos también compartieron “Si un día fui tu cantor”, reforzando la conexión entre voz y cuerdas que atravesó todo el teatro.
Más tarde llegó uno de los pasajes más esperados: Fuentes solo en escena, con guitarra en mano, Fuentes interpretó joyas que conmovieron hasta el silencio: “Alfonsina y el mar”, “Tocando al frente” y “La Malagueña”. Ese tramo íntimo fue recibido con una ovación de pie.
El concierto también tuvo un invitado especial. Nelson Aguirre, voz de La K’onga , se sumó primero en “Después de tantos años” y luego en “Partido en dos” junto a toda la banda. La fusión entre folklore y cuarteto encendió el Ópera y fue uno de los momentos más celebrados.

Un final a todo baile con Juan Fuentes en el Ópera
Durante más de dos horas de música, el recital fue mutando en climas: de la emoción contenida a la fiesta popular. Y esa celebración explotó en el tramo final, cuando el teatro se transformó en una pista de baile con “Baila Morena” y “Carnavalito del duende”. Con el público completamente entregado, Juan, emocionado y con la mirada puesta en la multitud, expresó: “Una noche para el recuerdo, gracias por darme esta oportunidad”.
La fiesta continuó con el clásico inoxidable de Fito Páez, “Y dale alegría a mi corazón”, y la vibrante “Ilusión de carnaval”. Todo parecía cerrado, pero todavía quedaba más. Para los bises, Juan eligió una sentida versión de “Noches de boda” de Joaquín Sabina. Y aunque volvió a despedirse, el clamor popular lo trajo de nuevo al escenario para entregar dos gemas históricas: “Balderrama” y “Zamba para olvidar”.
El Ópera estalló en aplausos de pie. Entre lágrimas, baile y ovaciones, Juan Fuentes dejó en claro que su voz y su entrega lo ubican como uno de los grandes intérpretes de la música argentina actual. Una velada que quedará grabada en la memoria de todos.