La microbiota es el conjunto de bacterias, virus, hongos y levaduras que habita en distintas partes del cuerpo: no solo en el intestino, sino también en la piel, el útero, la vagina, las trompas de Falopio y la leche materna. Según el doctor Gabriel Vinderola, investigador del CONICET en el Instituto de Lactología Industrial (INLAIN, CONICET – UNL), estos microorganismos participan desde los procesos reproductivos hasta la digestión, la inmunidad y el estado de ánimo.
“Allí, antes de la fecundación, ya hay bacterias que podrían estar participando activamente en los procesos reproductivos”, explica Vinderola. “Hoy sabemos que el éxito o las dificultades para lograr un embarazo pueden estar influenciados por la calidad de la microbiota vaginal y uterina”.
El rol de la microbiota durante el embarazo
Durante el embarazo, las bacterias intestinales de la madre producen nutrientes esenciales que, a través del cordón umbilical, llegan al feto. Una alimentación rica en frutas, verduras, cereales integrales y alimentos fermentados como el yogur favorece este proceso.
“Nutrir la microbiota materna es una forma de nutrir al bebé antes de nacer”, sostiene Vinderola.
Nacimiento, lactancia y microbiota: cómo se construye este ecosistema
El parto vaginal y la lactancia materna exclusiva son dos factores fundamentales para el desarrollo de una microbiota saludable. Durante el nacimiento, el bebé entra en contacto con bacterias del canal de parto, y luego, la leche materna aporta bacterias beneficiosas que fortalecen el sistema inmune y el intestino.
Según el médico pediatra y gastroenterólogo Christian Boggio Marzet, miembro de PROFENI, “una microbiota diversa y equilibrada es una aliada clave para la digestión, la inmunidad, la regulación del apetito, la absorción de nutrientes, la prevención de alergias y la salud emocional de los niños”.
Microbiota, metabolismo y salud infantil
Las bacterias del intestino participan en la digestión de fibras, la absorción de minerales (como calcio, magnesio y hierro) y la producción de neurotransmisores como la serotonina. También intervienen en la secreción de hormonas del crecimiento, en el desarrollo cognitivo y en la prevención de enfermedades crónicas como la obesidad o la resistencia a la insulina.
Incluso en contextos de malnutrición, una microbiota alterada puede provocar retraso en el crecimiento, aunque la dieta sea adecuada.
Cómo fortalecer la microbiota desde la infancia
Especialistas de PROFENI destacan las siguientes recomendaciones:
- Favorecer el parto vaginal cuando sea posible.
- Promover la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses.
- Evitar el uso innecesario de antibióticos.
- Introducir una alimentación rica en fibra, frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
- Fomentar el contacto con la naturaleza.
- Garantizar ambientes libres de humo y contaminantes.
Bióticos: una herramienta en casos especiales
Cuando el parto vaginal o la lactancia exclusiva no son posibles, los llamados bióticos (probióticos, prebióticos, postbióticos y sinbióticos) pueden ayudar a modular la microbiota. Se encuentran en fórmulas infantiles, suplementos y algunos yogures.
“Los bióticos no reemplazan el valor de un parto vaginal ni de la lactancia, pero pueden ser herramientas poderosas en contextos especiales”, explica Vinderola.
La microbiota como inversión en salud pública
“El desafío actual no es solo evitar enfermedades, sino construir entornos que acompañen el desarrollo de una microbiota saludable desde el nacimiento hasta la adolescencia”, afirman desde PROFENI.
Fortalecer el microbioma en la infancia es sembrar bienestar a largo plazo.
Vinderola concluye: “Lo que hacemos —o dejamos de hacer— por nuestra microbiota impacta directamente en nuestro organismo. Y lo más fascinante es que ese ecosistema empieza a formarse en familia, con los besos, los abrazos y el contacto cotidiano con el entorno”.