Birmingham vivió este 30 de julio una jornada cargada de emoción y memoria. Cientos de seguidores y seres queridos de Ozzy Osbourne salieron a las calles para despedir al pionero del heavy metal, fallecido el 22 de julio a los 76 años. El cortejo fúnebre recorrió los sitios más representativos de la ciudad, con un homenaje público que combinó dolor, respeto y música.
La ceremonia comenzó alrededor del mediodía cuando el ataúd del artista, decorado con flores violetas que formaban su nombre, fue transportado en un coche fúnebre por Broad Street. A lo largo del trayecto, una multitud ovacionaba con cánticos como “Ozzy, Ozzy” y lanzaban flores al paso del vehículo.
La ciudad había cerrado la circulación en esa zona desde temprano para garantizar un homenaje seguro, coordinado junto a la familia del músico. El punto central fue el puente y banco dedicado a Black Sabbath, un sitio que se ha convertido en santuario desde la muerte del artista.
Allí, los fans dejaron camisetas, mensajes, discos, fotografías y arreglos florales con dedicatorias. Una inscripción destacaba entre las demás: “¿Última parada del Crazy Train? Pero el metal vive para siempre”.
Uno de los momentos más conmovedores del día fue la llegada de Sharon Osbourne, viuda del cantante, junto a sus hijos. La familia se acercó al monumento en silencio, vestidos de negro. Sharon, visiblemente emocionada, llevaba colgado del cuello el anillo de Ozzy. Acompañada por Kelly, Jack, Aimee y Louis, dejó flores frente a las esculturas en tamaño real de los miembros fundadores de la banda.
La procesión también incluyó una intervención musical en vivo a cargo de la banda local Bostin’ Brass, que interpretó clásicos de Black Sabbath para acompañar el recorrido. Además, se habilitó una transmisión en vivo para que seguidores de todo el mundo pudieran unirse virtualmente a la despedida.
Según allegados citados por la revista People, luego de este homenaje público se realizará una ceremonia privada en honor al músico: “Será una celebración de su vida, sin tristeza, tal como él hubiera querido”.
En vida, Ozzy fue claro sobre cómo deseaba ser recordado: “No me importa qué música suene en mi funeral, pueden poner lo que quieran. Solo quiero que sea un momento para decir ‘gracias’, no para llorar”.
Así, Birmingham se despidió de uno de sus hijos más ilustres. El legado de Ozzy Osbourne sigue latiendo en cada riff, cada voz rasgada, y en el corazón de millones que, como él, entendieron que el metal no muere: se transforma en leyenda.