Este miércoles una suspensión temporal de sanciones comerciales no arancelarias dirigidas a empresas estadounidenses, en el marco de un acuerdo alcanzado con Estados Unidos para reducir aranceles mutuos durante 90 días. La medida representa uno de los gestos más claros de desescalada en la guerra comercial que ambas potencias mantienen desde hace años, y fue bien recibida por los mercados internacionales.
Un portavoz del Ministerio de Comercio chino confirmó que las restricciones serán pausadas durante tres meses, incluyendo la eliminación temporal de los controles de exportación y la retirada de entidades estadounidenses de las llamadas “listas de entidades no confiables”, una medida adoptada por Beijing en abril en respuesta a acciones punitivas de Washington.
“Esta decisión busca implementar el consenso alcanzado en las conversaciones económicas y comerciales de alto nivel entre China y Estados Unidos”, indicó el vocero oficial.
La medida se da a conocer de forma simultánea con la entrada en vigor de una importante reducción de aranceles entre ambas naciones, resultado de negociaciones celebradas el pasado fin de semana en Ginebra. Según el nuevo esquema, Estados Unidos reducirá sus aranceles a productos chinos al 30%, mientras que China los bajará al 10%, una rebaja significativa frente a los niveles que en algunos casos superaban el 100%.
Un giro en la retórica de Washington
En declaraciones ofrecidas durante su gira por Medio Oriente, el presidente Donald Trump aseguró que su administración ya cuenta con un plan para un “acuerdo comercial muy, muy fuerte” con China. Según el mandatario, lo más importante del entendimiento sería la apertura de la economía china a las empresas estadounidenses, un viejo reclamo de Washington.
“Tenemos los contornos de un acuerdo muy fuerte con China. Pero lo más emocionante es que por fin se abrirán a nuestras empresas”, afirmó Trump en una entrevista con Fox News, sin entrar en detalles sobre las condiciones concretas.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China se intensificó en los últimos años bajo la administración Trump, con una escalada de tarifas que afectó a sectores clave como la tecnología, los productos industriales y el comercio electrónico. En algunos casos, los aranceles impuestos por Washington llegaron al 145%, y hasta un 245% en productos sensibles como microcomponentes o baterías.
La nueva reducción también impacta en el comercio minorista online: plataformas como Shein o Temu se verán beneficiadas con la rebaja de aranceles sobre importaciones de bajo valor, que ahora tributarán un 54% en lugar del 120% impuesto previamente.
Cautela en Beijing, tensiones persistentes
Pese a la distensión, el gobierno chino adoptó un tono moderado y evitó declaraciones triunfalistas. Durante una cumbre con líderes latinoamericanos, el presidente Xi Jinping advirtió que “no hay ganadores en las guerras comerciales” y reafirmó el compromiso de China con una economía abierta y multilateral.
El canciller Wang Yi, por su parte, criticó a una “gran potencia” que “cree que la fuerza hace el derecho”, en una alusión velada a Estados Unidos.
Aún quedan fuentes de fricción profundas, como la disputa por el comercio de productos químicos vinculados al fentanilo, un tema que Trump volvió a colocar sobre la mesa. Aunque Beijing niega su responsabilidad en el tráfico, Washington sigue presionando por mayores controles, lo que podría complicar futuras negociaciones.
Por ahora, el alivio es evidente: los mercados celebraron el gesto bilateral y las empresas afectadas por los aranceles comienzan a proyectar una posible normalización del comercio entre las dos economías más grandes del mundo. Sin embargo, el reloj ya corre y la próxima ronda de conversaciones podría definir si la tregua se convierte en un acuerdo duradero o en otro paréntesis en una disputa sin resolver.