Airbag lo hizo otra vez. Bajo una lluvia persistente y frente a más de 75.000 personas, los hermanos Sardelli se apoderaron por completo del Estadio River Plate con un show de tres horas que repasó lo mejor de su icónica discografía y confirmó, una vez más, que el rock argentino sigue vivo y encendido. Con entradas agotadas y una energía desbordante desde el primer acorde, el trío marcó una nueva página en su historia, convirtiéndose en una de las pocas bandas nacionales en presentarse tres veces en el Monumental en un mismo año.
Desde el arranque, la noche tuvo un aire distinto. Antes de que Airbag subiera al escenario, un pianista invitado abrió el concierto interpretando versiones instrumentales de piezas clásicas del repertorio de la banda. Fue un gesto inesperado y elegante, un preludio perfecto para la tormenta musical que vendría después. A partir de ese momento, el clima dejó de importar: cada gota de lluvia se volvió parte del espectáculo, y el público, empapado pero feliz, se entregó a una comunión total con la música.
Pato, Guido y Gastón Sardelli aparecieron en escena con una potencia arrolladora. Durante tres horas, desplegaron un setlist descomunal que recorrió todas las etapas de su carrera, desde los grandes himnos hasta las canciones más recientes de su último trabajo, El Club de la Pelea I. “Cae el sol”, “Por mil noches” y “Solo aquí” fueron de las más coreadas, mientras que “Extrañas intenciones”, “Corazón Lunático” y “Nunca lo olvides” mostraron la vigencia de un grupo que no deja de reinventarse sin perder su identidad.

Uno de los momentos más emocionantes de la noche fue la aparición de Ricardo Mollo, figura entrañable y fundamental del rock argentino. El líder de Divididos subió al escenario para compartir con Airbag versiones explosivas de “Fugitivo” y “Me gusta ese tajo”, haciendo estallar a todo el estadio. La conexión entre Mollo y los hermanos Sardelli fue instantánea, y el público respondió con una ovación que pareció no tener fin. Fue un encuentro generacional que resumió lo mejor del espíritu rockero: respeto, energía y pasión.
En medio de la intensidad eléctrica, el trío también se dio espacio para un bloque íntimo. En un rincón del escenario, recrearon un pequeño living con luces cálidas y guitarras acústicas para interpretar versiones despojadas de “Va a ser difícil olvidar” y “Ganas de verte”. Ese tramo mostró la sensibilidad y el talento de una banda que sabe alternar la furia del rock con momentos de profunda conexión emocional.
A lo largo del show, el Monumental fue una fiesta constante. Cada tribuna vibró, cada canción fue un coro masivo. La puesta en escena, con pantallas monumentales, efectos de luces y proyecciones envolventes, acompañó a la perfección la intensidad del repertorio. Hubo solos de guitarra incendiarios, baterías demoledoras y una entrega física total de los tres hermanos, que se movieron de un extremo a otro del escenario sin perder precisión ni potencia.
El final fue tan apoteósico como se esperaba. “Tu banda” y “Mi sensación” pusieron el broche de oro a una noche que quedará grabada en la memoria de todos los presentes. El público, enardecido, cantó hasta el último acorde, mientras los Sardelli se despidieron agradecidos y visiblemente emocionados. River Plate, empapado y vibrante, se convirtió en un símbolo: el templo donde Airbag reafirmó su lugar en la historia grande del rock nacional.

Este nuevo hito llega en el marco de un año arrollador para la banda. Tras agotar sus tres presentaciones en el Monumental, Airbag anunció dos nuevas paradas de su gira “El Club de la Pelea I”, con las que cerrará el 2025 a lo grande. El 28 de noviembre tocarán en el Hipódromo de Rosario, y el 29 harán lo propio en el Playón del Estadio Mario Alberto Kempes en Córdoba, dos escenarios emblemáticos donde prometen volver a desplegar su arsenal sonoro y reafirmar su conexión con el público del interior del país.
Lo que sucedió en River fue mucho más que un concierto. Fue una celebración colectiva, una prueba de resistencia frente a la lluvia, una declaración de amor al rock argentino y una demostración de lo que tres hermanos pueden lograr cuando la pasión, el talento y la entrega se alinean en un mismo propósito.
Airbag no solo llenó el estadio más grande del país: volvió a demostrar que su historia recién está escribiendo sus capítulos más intensos. Y que, bajo la lluvia o con el cielo despejado, el poder del rock sigue encontrando en ellos a sus mejores representantes.
