En un fin de semana que marcó el inicio del tramo final de la temporada, la Fórmula 1 aterrizó en Las Vegas con todo el brillo artificial y la ampulosidad que promete la ciudad, pero también con un circuito callejero que dejó al descubierto sus propias dificultades. Con apenas tres carreras por delante —después vendrán Qatar y Abu Dhabi—, el trazado nocturno de más de seis kilómetros se convirtió en un escenario tan espectacular como imprevisible, determinado por el frío intenso y un asfalto que horas antes todavía era transitado por autos comunes.
Las características del circuito obligaron a los equipos a trabajar a ciegas durante la primera práctica libre. Las calles recién “limpias” de tráfico urbano, la falta de temperatura en la pista y el permanente deslizamiento de los autos generaron un desafío inmediato. Sin embargo, algunos pilotos lograron destacarse desde el arranque: Tsunoda, Max Verstappen, Lando Norris y Antonelli se acomodaron entre los primeros, mostrando que el talento individual podía suplir, en parte, la imprevisibilidad del terreno. En Alpine, la foto fue desigual: Pierre Gasly tuvo una tanda firme, mientras Franco Colapinto padeció un auto que nunca respondió.
La situación del argentino estuvo condicionada desde antes de salir a pista. Tras el golpe sufrido en Brasil, su chasis principal no pudo ser reparado, obligándolo a volver a una especificación que ya había dado problemas. Desde la primera vuelta, Colapinto se encontró con un auto que se movía de cola, sin agarre y sin reacción. Terminó a más de un segundo de Gasly, y muy lejos de los tiempos competitivos. El propio piloto reconocería más tarde que la sensación era parecida a lo vivido en Interlagos: un coche ingobernable que lo hacía pelear más por sobrevivir que por mejorar.
La segunda práctica libre ofreció un panorama distinto, aunque igualmente caótico. La sesión apenas duró treinta y seis minutos debido a dos interrupciones provocadas por una alcantarilla suelta, un riesgo serio para autos que pasan a más de 300 km/h. Dentro del tiempo disponible, Lando Norris y Antonelli lograron marcar las referencias con neumáticos blandos, mientras Hülkenberg y los Racing Bull de Lawson y Hadgar sorprendieron entre los primeros puestos. Verstappen quedó lejos, noveno, y Piastri sólo pudo ubicarse décimo cuarto. Los resultados dejaron claro que nadie estaba logrando descifrar del todo el comportamiento del trazado.
El padecimiento de Colapinto en Las Vegas
En Alpine, la diferencia volvió a favorecer a Gasly, que terminó 12°, mientras Colapinto se ubicó 16°, sin haber podido montar neumáticos blandos durante toda la jornada. De noche, con condiciones algo más estables, el argentino acortó la distancia con respecto a su compañero, quedando a 450 milésimas. Era una señal, aunque mínima, de progreso. Pero en el interior del equipo todos sabían que el problema de fondo seguía siendo el mismo: un coche desequilibrado y difícil de manejar, potenciado por el chasis de reemplazo que claramente no ofrece las mismas respuestas que el original.
A contramano de un paddock que intenta mantener la calma, Colapinto fue honesto al declarar que el auto “sigue teniendo los mismos problemas”, aunque en la FP2 “un poco menores”. Explicó que la falta de grip trasero lo deja sin herramientas para atacar ni defender. Cuando le preguntaron por la influencia del chasis, no dudó en admitir que siente diferencias respecto a las últimas carreras y que eso podría explicar parte del retroceso. Recién cuando Alpine repare el chasis titular se podrá confirmar cuánto influye la estructura y cuánto el resto del paquete aerodinámico.
La noche del viernes se cerró con una conclusión clara: Las Vegas no perdona. El glamour queda del lado de los neones, pero en pista manda el hielo del asfalto recién “despertado”, las alcantarillas traicioneras y la necesidad de improvisar más de lo habitual. Con la tercera práctica libre y la clasificación por delante, Alpine enfrenta horas clave para intentar recuperar un auto competitivo para sus dos pilotos. Gasly parece haber encontrado algo dentro del caos; Colapinto, por ahora, sigue buscando respuestas en un fin de semana que lo pone a prueba en todos los sentidos.
La Fórmula 1 volvió a Las Vegas para ofrecer espectáculo, pero también para recordar que, detrás de las luces, hay un deporte que no permite disimulos.
