Unicef confirmó una baja en la pobreza infantil en Argentina el año pasado y proyecta que la tendencia se mantiene en 2025

Según el último informe del organismo, cerca de 1,7 millones de niños y niñas dejaron de ser pobres en el segundo semestre de 2024. La mejora se vincula con la recuperación del ingreso real en los hogares. Las previsiones para 2025 son alentadoras.

Unicef destaca en su último informe las mejoras en los índices de pobreza en niños en Argentina.Foto UNICEF.

Unicef confirmó que la pobreza infantil en Argentina se redujo en el segundo semestre de 2024 y señaló que esta tendencia a la baja se mantiene durante 2025. Según su informe más reciente, alrededor de 1,7 millones de niñas y niños dejaron de estar por debajo de la línea de pobreza monetaria en ese período, una mejora que la organización atribuye a la recuperación de los ingresos reales de los hogares.

El informe de Unicef Argentina muestra que, durante la segunda mitad de 2024, el 52,7% de los niños y niñas vivía en situación de pobreza monetaria. Este dato representa una baja considerable respecto al mismo periodo de 2023, cuando el índice llegaba al 58,5%, y marca una caída aún más significativa desde el primer semestre de 2024, cuando el indicador superó el 67% y afectó a más de 8 millones de menores.

El relevamiento, basado en la metodología oficial del INDEC, indica que entre el primer y segundo semestre de 2024 la pobreza monetaria infantil bajó 14 puntos porcentuales. Esto equivale a 1,7 millones de chicos y chicas que dejaron de estar en esa situación. Si la comparación se realiza con el mismo período de 2023, la disminución es de 6 puntos, lo que representa 800.000 menores menos afectados.

Los datos difundidos por Unicef señalan que los niveles actuales de pobreza infantil por ingresos se asemejan a los registrados en 2019, antes de la pandemia. El informe, titulado “Pobreza monetaria y privaciones vinculadas a derechos en niñas y niños. Argentina 2016-2024”, aclara que, aunque se observa una mejora, los niveles siguen siendo altos en términos históricos.

Para el primer semestre de 2025, Unicef proyecta una continuidad en la tendencia de mejora: estima que el 47,8% de los niños estará en situación de pobreza monetaria y el 9,3% en pobreza extrema. Estas proyecciones están ligadas a una recuperación parcial del poder adquisitivo, aunque el organismo remarca la importancia de sostener estos logros a lo largo del tiempo.

Uno de los elementos clave en esta reducción ha sido el impacto de los programas sociales. Rafael Ramírez Mesec, representante de Unicef en Argentina, explicó que “las transferencias monetarias —como la Asignación Universal por Hijo— resultan esenciales para contener la pobreza extrema. Sin ellas, la indigencia infantil sería 10 puntos más alta, lo que significa que más de 1 millón de chicos y chicas evitaron caer en la indigencia gracias a estos ingresos”.

El informe también revela que los ingresos reales provenientes de estos programas crecieron un 4% en 2024 y un 16% en lo que va de 2025. Este aumento ha sido fundamental para mejorar la situación de quienes estaban en situación más crítica. Sebastián Waisgrais, especialista de Unicef, destacó que “la desaceleración inflacionaria, sumada a las políticas de protección social para la infancia, fue determinante en la baja de la pobreza, sobre todo la extrema”.

Durante los primeros cinco meses de 2025, el presupuesto nacional ejecutado para la niñez creció un 15% en términos reales respecto al mismo período del año anterior. Este incremento se explica, en buena medida, por el aumento del 34% en la Asignación Universal por Hijo, según precisa el estudio.

Sin embargo, Unicef advierte sobre las desigualdades persistentes. Por ejemplo, en hogares donde el padre no terminó la primaria, la pobreza infantil llega al 80,9%, mientras que en los que completaron la secundaria, el índice baja al 10,6%. En hogares con empleo informal, la cifra es del 68,4%, y en barrios populares afecta al 72,3% de los menores. En hogares monoparentales con jefatura femenina, la tasa es del 60%.

Estas disparidades reflejan una distribución desigual de la pobreza infantil y subrayan la necesidad de políticas específicas que atiendan las diferencias por tipo de hogar y región.

Respecto al presupuesto, el análisis muestra una realidad compleja: aunque hubo incrementos en transferencias directas, el contexto general es de consolidación fiscal. En 2024, el presupuesto para la niñez cayó un 18% en términos reales, tras retrocesos del 17% en 2023 y del 2% en 2022.

En lo que va de 2025, aunque aumentó un 15% en protección de ingresos, hubo recortes en áreas clave: las becas escolares cayeron un 35%, el presupuesto en salud bajó un 21% y el destinado al Plan Nacional de Primera Infancia se redujo un 50%. Si bien se espera una posible reversión en la segunda mitad del año, Unicef advierte sobre el impacto de estas reducciones.

El informe también analiza las privaciones no monetarias, es decir, carencias en vivienda, hábitat, educación, saneamiento y protección social. Estas privaciones no dependen tanto de los ciclos económicos, sino de transformaciones estructurales y políticas públicas sostenidas.

Rafael Ramírez subrayó que estudiar estas privaciones permite diseñar mejores políticas públicas para mejorar el bienestar de la infancia en Argentina. Además, señaló que, por la estructura federal del país, es crucial analizar el gasto público consolidado entre nación y provincias para evaluar la magnitud, distribución y eficiencia de los recursos destinados a la niñez.

Concluye así un informe que, si bien reconoce avances importantes, también pone en evidencia los desafíos estructurales que persisten y la necesidad de sostener las políticas de protección en el largo plazo.

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