Un nuevo ataque aéreo ruso contra Kiev dejó al menos cuatro víctimas fatales —entre ellas una niña de 12 años— y decenas de heridos, según confirmaron este domingo las autoridades ucranianas.
El jefe de la administración militar de la capital, Timur Tkachenko, informó primero tres muertes, pero luego precisó que el número se elevó a cuatro tras el hallazgo de otro cuerpo.

Por su parte, el presidente Volodimir Zelensky describió la ofensiva como una acción “brutal y terrorista”, que se prolongó durante más de 12 horas e incluyó cerca de 500 drones de ataque y más de 40 misiles, algunos del tipo hipersónico Kinzhal. El mandatario expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y afirmó que llegó “el momento de tomar medidas decisivas”, apelando al respaldo de Washington, Bruselas y las principales potencias internacionales.
El canciller ucraniano, Andriy Sybiga, condenó lo sucedido y aseguró que Moscú atacó “mientras la gente dormía”, destruyendo edificios residenciales y provocando nuevas víctimas civiles. “Putin debe saber que cada ofensiva acelera las sanciones, desde la energía hasta los bancos en la sombra. Debe sentir el peligro real de seguir con esta guerra”, advirtió.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, calificó el bombardeo como “masivo” y pidió a la población no abandonar los refugios. Seis personas resultaron heridas en la capital: cinco fueron hospitalizadas y una recibió asistencia en el lugar. En Zaporizhzhia, en tanto, se reportaron al menos cuatro heridos más.
El jefe de la oficina presidencial, Andriy Yermak, acusó al Kremlin de librar una “guerra contra civiles” y reclamó sanciones económicas más duras desde Occidente.
El ataque se produjo en coincidencia con la entrega a Ucrania de un sistema de defensa antiaérea Patriot, fabricado en Estados Unidos y provisto por Israel. Zelensky anunció que en otoño llegarán dos unidades adicionales para reforzar la protección.
La ofensiva también generó reacciones inmediatas en la región. Polonia cerró su espacio aéreo y desplegó cazas de combate, además de activar sistemas de defensa terrestre. Las autoridades explicaron que las medidas son preventivas y buscan garantizar la seguridad de los ciudadanos en las zonas fronterizas con Ucrania.
En paralelo, la OTAN denunció en las últimas semanas violaciones al espacio aéreo europeo por parte de drones y aviones rusos, lo que consideró una prueba a la solidez de la alianza. Moscú rechazó esas acusaciones y negó planes de atacar a algún miembro del bloque.
Desde Nueva York, el canciller ruso Serguéi Lavrov advirtió en la Asamblea General de la ONU que cualquier agresión contra Rusia recibiría “una respuesta decisiva” y amenazó a los países que intercepten objetos en su espacio aéreo.
El episodio ocurre en un contexto delicado: la central nuclear de Zaporizhzhia, la mayor de Europa y bajo control ruso, permaneció desconectada de la red eléctrica durante cuatro días, lo que reavivó las preocupaciones internacionales sobre un posible accidente nuclear.
Horas antes del ataque, Zelensky había comunicado que Kiev ya contaba con los misiles Patriot provistos por Israel, lo que constituye la primera gran entrega armamentística tras el bombardeo anterior que dejó 21 muertos el mes pasado.








