En un intento por destrabar un conflicto que ya se extiende por más de tres años, las delegaciones de Rusia y Ucrania se sentaron este viernes cara a cara por primera vez desde 2022. El escenario fue Estambul, bajo la mediación del canciller turco Hakan Fidan. El encuentro duró apenas una hora y 45 minutos, pero bastó para que ambas partes volvieran a exponer sus posturas con firmeza.
Rusia reiteró su exigencia central: que Kiev retire sus tropas de las cuatro regiones parcialmente ocupadas por Moscú —Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Kherson—, además de consolidar el control sobre Crimea, anexionada desde 2014. Kiev, por su parte, se negó rotundamente a considerar una retirada territorial y volvió a insistir en garantías de seguridad respaldadas por Occidente, además de su objetivo estratégico de ingresar a la OTAN, algo que Moscú considera inaceptable.
Uno de los pocos puntos de convergencia fue la propuesta de un intercambio de 1.000 prisioneros de guerra de cada lado, algo que podría concretarse en los próximos días, según confirmó el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umérov, quien encabeza la delegación de su país.
La reunión tuvo un tono diplomático contenido, pero no dejó de evidenciar tensiones profundas. El asesor presidencial ruso, Vladimir Medinski —quien lideró sin éxito las negociaciones en 2022— declaró tras el encuentro que tomaron “nota de la propuesta” ucraniana de una posible cumbre entre Vladimir Putin y Volodimir Zelensky, aunque no se confirmó si habrá una segunda ronda de diálogo ni en qué términos.
🧭 Posiciones enfrentadas: territorios, OTAN y alto el fuego
Mientras Moscú mantiene exigencias “maximalistas”, según diplomáticos occidentales, Kiev insiste en que cualquier acuerdo debe partir del retiro total de las tropas rusas del territorio soberano ucraniano. Zelensky ha descartado públicamente ceder Crimea o las regiones ocupadas, amparado en la Constitución que las reconoce como parte indivisible del país.
Ucrania también reclama garantías de seguridad a futuro, incluyendo el ingreso a la OTAN o, como alternativa, la presencia de una fuerza multinacional europea en el país. Ambas opciones son rechazadas por Moscú, que acusa a Occidente de impulsar una agenda hostil en sus fronteras.
Por su parte, el Kremlin, además de sus demandas territoriales, exige el fin del suministro de armas occidentales a Ucrania, la supresión de “grupos ultranacionalistas” en el país y una eventual “administración transitoria” bajo supervisión de la ONU, lo que implicaría —según su visión— la salida de Zelensky del poder, a quien Putin considera ilegítimo desde la expiración de su mandato en 2024.
🔄 ¿Hacia una nueva ronda?
Aunque la reunión no dejó resultados inmediatos, el hecho de que se haya producido representa un cambio significativo en la dinámica del conflicto. Desde la última tentativa en 2022 —frustrada en Bielorrusia y Turquía— no se había logrado establecer ningún canal directo de alto nivel. La presión internacional, especialmente de Europa y Estados Unidos, fue clave para forzar este nuevo encuentro.
Zelensky viajó previamente a Ankara para reunirse con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en un intento por reforzar el respaldo diplomático de Turquía, uno de los pocos actores con vínculos directos con ambas partes.
La continuidad del diálogo dependerá de las señales que se intercambien en los próximos días. Mientras tanto, los combates continúan en el frente este, y el desenlace diplomático sigue tan incierto como frágil.