El Vaticano recibió con júbilo este jueves al nuevo líder de la Iglesia Católica, León XIV.
Tras la tradicional fumata blanca que marcó el fin del cónclave, el cardenal estadounidense-peruano Robert Francis Prevost fue presentado ante el mundo como sucesor de Francisco, adoptando el nombre pontificio de León XIV. Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el flamante Papa pronunció sus primeras palabras públicas, centradas en un llamado urgente a la paz global.
“¡No tengamos miedo! Construyamos puentes de paz y justicia”, instó el nuevo pontífice ante una Plaza de San Pedro colmada de fieles. En su breve pero sentido mensaje, León XIV enfatizó que “el mal no prevalecerá” y recordó que “Dios nos ama a todos incondicionalmente”, buscando transmitir esperanza en tiempos de incertidumbre.
Además, dedicó palabras de gratitud a su antecesor: “¡Gracias al papa Francisco!”, expresó, reconociendo su legado de cercanía y reformas dentro de la Iglesia. León XIV, de 69 años, es conocido por su profunda conexión con América Latina, especialmente con Perú, país donde sirvió durante décadas y cuya ciudadanía adoptó en 2015. No sorprendió, entonces, que enviara un saludo especial “a mi querida diócesis de Chiclayo”.
La elección de Prevost se dio tras un riguroso proceso en la Capilla Sixtina, donde, conforme al protocolo, aceptó ser obispo de Roma y cabeza de la Iglesia. Posteriormente, pasó por la tradicional “Sala de las Lágrimas”, donde se vistió con la sotana blanca antes de presentarse ante el mundo.
Prevost, de perfil discreto y gran capacidad de escucha, fue una figura cercana a Francisco. Hasta su elección como Papa, dirigía el Dicasterio para los Obispos en Roma. Su carrera, marcada por el servicio en Perú y el trabajo en la Pontificia Comisión para América Latina, le otorga una fuerte impronta pastoral que, según expertos, marcará su pontificado.
Con el mensaje “Anuncio vobis gaudium magnum: habemus Papam”, pronunciado por el cardenal Dominique Mamberti, comenzó una nueva etapa para la Iglesia. León XIV inicia su pontificado con un claro mensaje de reconciliación y fraternidad, valores que, en sus propias palabras, deben guiar a “todos los pueblos” en esta nueva era.