OpenAI, la empresa que revolucionó la interacción entre humanos y máquinas con ChatGPT, se prepara para dar un nuevo salto con el lanzamiento de GPT-5. Aunque aún no hay una fecha exacta, su CEO, Sam Altman, anticipó que el modelo podría ver la luz durante el verano boreal de 2025. Pero más allá del software, la apuesta va mucho más allá: la compañía está construyendo una infraestructura global sin precedentes para sostener el crecimiento exponencial de la inteligencia artificial.
En una reciente entrevista en el pódcast oficial de OpenAI, Altman explicó que la evolución de los modelos ya no sigue una línea recta. Las mejoras son constantes y, a veces, imperceptibles para el usuario común. “Podríamos seguir iterando sobre 4.5, o en algún momento llamarlo 5”, comentó, reflejando la complejidad de definir cuándo un modelo merece un nuevo nombre.
Uno de los avances más destacados es la incorporación de memoria en los modelos, lo que permite a la IA recordar información relevante sobre el usuario y ofrecer respuestas más personalizadas. Sin embargo, esta capacidad también plantea desafíos en términos de privacidad y manejo de datos.
En paralelo, OpenAI impulsa el ambicioso Proyecto Stargate, una iniciativa que busca construir centros de datos a gran escala para democratizar el acceso a la IA. Con una inversión estimada en 500 mil millones de dólares, el primer sitio se está desarrollando en Abilene, Texas, y contará con miles de unidades de procesamiento gráfico (GPU). La colaboración con socios internacionales, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, apunta a garantizar una infraestructura verdaderamente global.
La llegada de GPT-5 no solo representa una evolución tecnológica, sino también un replanteo sobre cómo convivimos con la inteligencia artificial.