La célebre actriz italiana Claudia Cardinale, protagonista de algunos de los filmes europeos más emblemáticos de las décadas del 60 y 70, murió este martes a los 87 años, según informó la agencia AFP.
Con una trayectoria de más de un centenar de producciones entre cine y televisión, Cardinale alcanzó fama mundial al dar vida a la juventud idealizada en “8½” de Federico Fellini (1963), junto a Marcello Mastroianni. Ese mismo año brilló como Angelica Sedara en la adaptación de “El gatopardo” de Luchino Visconti, y en 1968 se consolidó con el papel de una prostituta redimida en el western de Sergio Leone “Érase una vez en el Oeste”.
La actriz falleció en Nemours, al sur de París, acompañada por sus hijos, confirmó su representante Laurent Savry. Antes de dedicarse al cine, Cardinale había pensado en convertirse en maestra.
Inicios de una diva
Nacida en La Goleta, Túnez, en 1938, hija de inmigrantes sicilianos, Cardinale irrumpió en la pantalla grande a los 17 años tras ganar un concurso de belleza. Ese triunfo la llevó al Festival de Cine de Venecia, donde llamó la atención de la industria italiana.
Su carrera se disparó a finales de los años 50, luego del estrellato internacional de Sophia Loren, y fue presentada como la contracara mediterránea de Brigitte Bardot. En 1958 participó en la comedia “Rufufú” (“I soliti ignoti”), dirigida por Mario Monicelli, que marcó el inicio de una filmografía imparable.
“Que haga cine es casi un accidente”, llegó a decir en 2002, al recibir un premio honorífico en Berlín. “Me insistieron durante seis meses hasta que acepté”.
Un talento europeo con paso por Hollywood
Con su mirada intensa y un acento que mezclaba francés e italiano, Cardinale encarnó personajes apasionados y magnéticos. Aunque Hollywood intentó seducirla con contratos exclusivos, ella prefirió mantener su independencia en el cine europeo.
Aun así, filmó en Estados Unidos con figuras como Rock Hudson, Tony Curtis y Burt Lancaster. Consideraba que “The Professionals” (1966), de Richard Brooks, fue su mejor trabajo en Hollywood.
“No quise firmar exclusividad porque soy una actriz europea”, declaró en una entrevista con The Guardian.
Reconocimientos y legado
Cardinale obtuvo premios David di Donatello por filmes como La ragazza con la valigia (1961) y Il giorno della civetta (1968). Además, fue distinguida con el Oso de Oro honorífico en Berlín en 2002 y el León de Oro honorífico en Venecia en 1993.
En el año 2000, la UNESCO la designó embajadora de buena voluntad en defensa de los derechos de las mujeres.
Con más de 150 películas en su haber, trabajó con directores como Fellini, Visconti, Comencini, Ferreri, Blake Edwards y Werner Herzog.
“Me lo dieron todo”, dijo alguna vez. “He vivido más de 150 vidas distintas en mis personajes”.
La crítica italiana la recuerda como una intérprete capaz de moverse con soltura entre la comedia, el western, el drama y el cine de autor. En palabras de Il Fatto Quotidiano: “Claudia Cardinale es un talento y una maravilla del semillero del cine italiano de los años 60, sin peros ni reservas”.
El cine mundial despide así a una de sus grandes divas, cuya imagen seguirá ligada para siempre a la edad dorada del cine europeo.








