El estreno de la primera temporada de la serie El Eternauta ha marcado un antes y un después en la producción audiovisual local, trascendiendo el ámbito cultural para dejar una huella cuantificable en la economía nacional. La adaptación de la icónica novela gráfica de Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López se erige como una superproducción que ha inyectado más de 41 mil millones de pesos a la economía del país, impulsando no solo la industria del entretenimiento, sino también diversas cadenas de valor vinculadas a la producción y prestación de servicios.
Desde el pasado 30 de abril, cuando el público pudo conocer la epopeya del héroe Juan Salvo, se evidenció que la apuesta por contar historias con raíces culturales fuertes puede ser un motor de crecimiento económico en un contexto de desafíos financieros y tecnológicos. El fenómeno se extendió a nivel internacional, logrando posicionarse en el Top 10 global semanal de Netflix y alcanzando un récord de 10.8 millones de visualizaciones. No es menos destacable que la serie ha resonado en 87 países, abriendo mercados tan estratégicos como Brasil, Francia, India, Estados Unidos, Italia, México, Alemania y España. Este éxito no solo promete elevar el perfil de la industria audiovisual argentina, sino que también avala el potencial del país para generar un impacto positivo tanto en términos culturales como económicos.
Impacto económico y cultural de la superproducción de El Eternauta
El efecto multiplicador derivado de El Eternauta se observa en varios frentes. La inversión directa en la producción, sumada a la cadena de suministros que abarca desde la contratación de servicios técnicos hasta la creación de efectos digitales y escenarios, ha dinamizado una parte sustancial del Producto Bruto Interno. Toda esta actividad económica se tradujo en empleo y en una mayor visibilidad de productos y servicios asociados, convirtiéndose en un verdadero motor para la economía argentina.
La consolidación de la serie en la plataforma de Netflix, especialmente al formar parte del Top 10 global en la categoría de contenidos no anglosajones, representa una ventana de exportación cultural de alta calidad que no pasa desapercibida para inversores y críticos internacionales. Asimismo, la ratificación de una segunda temporada augura un escenario de continuidad en el desarrollo de producciones locales de gran envergadura, lo cual implica un crecimiento sostenido y una mayor diversificación en la oferta audiovisual. Así, el fenómeno “El Eternauta” demuestra que apostar por producciones sofisticadas y de contenido arraigado en la identidad nacional tiene repercusiones directas en el fortalecimiento del tejido económico y cultural del país.
Talento y esfuerzo artístico: el legado argentino en la producción audiovisual
La realización de este ambicioso proyecto no es fruto del azar, sino el resultado de años de trabajo y de un fuerte compromiso con la excelencia artística. La aventura comenzó en 2019 con la conformación de un equipo 100% argentino, decidido a trasladar a la pantalla la complejidad y riqueza narrativa de la obra original. Durante dos años se desarrollaron y pulieron los guiones, mientras que la fase de preproducción se extendió durante cuatro meses y medio, culminando en 148 intensas jornadas de rodaje en diversas locaciones de Buenos Aires. El meticuloso proceso continuó en la postproducción, que duró más de un año y medio, demostrando el cuidado extremo puesto en cada detalle. La magnitud de la apuesta se refleja en datos impresionantes: más de 50 locaciones reales y 35 escenarios virtuales se conjugaron para recrear un universo lleno de matices, en el que cobró vida un elenco y un equipo técnico que sumaron 2900 profesionales. Además, la utilización de más de 500 máscaras para recrear los amenazantes seres de la trama subraya la dedicación y creatividad desplegadas en cada fase de la producción.
El éxito de la serie coronó un hito en la industria audiovisual argentina, combinando el talento local y una visión innovadora para situarse en el escenario global. La confirmación de una segunda temporada es testimonio de una apuesta que supera fronteras y que refuerza la idea de que las producciones culturales de calidad pueden convertirse en motores de desarrollo económico, generando oportunidades de negocio y empleo. En definitiva, esta superproducción no solo celebra un componente esencial de la identidad literaria argentina, sino que también consolida una plataforma de crecimiento y reconocimiento a nivel internacional, reafirmando el potencial del país en el panorama cultural y económico global en medio de las discusiones por el financiamiento al INCAA.