La líder venezolana María Corina Machado, recientemente galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025, se reencontró con el presidente electo Edmundo González Urrutia en Oslo, Noruega, tras meses sin verse. El encuentro ocurrió minutos antes de la rueda de prensa de Machado con el Comité Noruego del Premio Nobel, luego de que ambos permanecieran separados por la persecución del régimen de Nicolás Maduro.
Machado llevaba meses en la clandestinidad dentro de Venezuela, mientras que González Urrutia se vio obligado a exiliarse debido a la presión y amenazas del chavismo.
González Urrutia fue elegido presidente de Venezuela en las elecciones del 28 de julio de 2024. Sin embargo, la dictadura de Nicolás Maduro se proclamó ganadora sin presentar pruebas, a pesar de que la oposición difundió las actas que mostraban una victoria opositora cercana al 70% de los votos.
La reacción del régimen fue inmediata: inició una persecución implacable contra ambos líderes, obligando a Machado a esconderse y llevando al presidente electo a exiliarse en España. La salida clandestina de Machado de Venezuela —una travesía descrita como titánica— hizo posible finalmente este reencuentro en territorio noruego.
Durante su visita a Oslo, y tras la ceremonia del Nobel —premio recibido en su nombre por su hija, Ana Corina Sosa—, Machado destacó que tiene esperanza en que Venezuela vuelva a ser “libre” y pueda recibir nuevamente a todos los ciudadanos que huyeron del país.
Machado agradeció el reconocimiento internacional, señalando que el premio es un tributo al pueblo venezolano y que ella es solo una de “millones de personas que conforman un movimiento por la democracia”.
Consultada sobre la posibilidad de apoyar una intervención militar de Estados Unidos, afirmó que Venezuela “ya ha sido invadida”. Acusó al régimen de Maduro de permitir la operación libre de agentes rusos, iraníes, grupos terroristas como Hezbollah y Hamas, guerrillas colombianas y cárteles de la droga.
“Venezuela ya ha sido invadida. Tenemos agentes rusos, iraníes, grupos terroristas operando libremente, guerrillas colombianas y carteles que controlan al 60% de la población, involucrados en narcotráfico, trata de personas y prostitución. Todo esto ha convertido a Venezuela en el centro criminal de las Américas”, denunció.
Machado sostuvo que el régimen se sostiene gracias a un “sistema de represión” financiado por el tráfico de armas y petróleo, e instó a la comunidad internacional a cortar esos flujos. También pidió a Noruega apoyo para denunciar la situación y detener los recursos que sostienen al chavismo.
El primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, afirmó que en Venezuela existe “un régimen autoritario que combate a su propia gente”, y ratificó que su país respeta la voluntad del pueblo venezolano.
Machado aterrizó en Oslo a las 21.56 GMT tras un viaje marcado por la incertidumbre. Su clandestinidad obligó a suspender su rueda de prensa anterior y su presencia en la ceremonia del Nobel. Horas después, apareció en el balcón del Grand Hotel para saludar a decenas de venezolanos, cantar el himno nacional y reencontrarse con el público por primera vez desde enero.
Sobre su arriesgado viaje, evitó dar detalles, aunque agradeció a quienes arriesgaron sus vidas para ayudarla. Se emocionó al describir el reencuentro con sus hijos, un momento que definió como “uno de los más espirituales” de su vida.
Aseguró además que el régimen no supo dónde se escondía durante sus 16 meses en la clandestinidad. Y advirtió que, si Maduro continúa en el poder cuando ella decida regresar a Venezuela, entrará nuevamente sin ser detectada: “Tenemos maneras de hacerlo y nos ocupamos de ello”.
Antes de reunirse con el primer ministro noruego, Machado visitó el Parlamento (Storting), donde afirmó que el mundo respalda la lucha democrática venezolana y expresó su deseo de volver pronto a su país para compartir el Nobel con sus compatriotas.

