El pasado 8 de mayo, León XIV asumió como sucesor de Francisco y hoy, a 100 días de su elección, comienzan a delinearse los rasgos de un pontificado que combina serenidad, discreción y continuidad con la obra de su predecesor. Su estilo se distancia del dinamismo y las sorpresas de Francisco, pero mantiene varias de sus prioridades centrales.
Uno de los momentos más recordados de estos primeros meses ocurrió durante una celebración jubilar, cuando miles de jóvenes lo vieron recorrer inesperadamente en el papamóvil la Plaza de San Pedro. La escena evocó la cercanía y espontaneidad que marcó al Papa argentino, aunque León imprimió un sello propio en su mensaje: en tres idiomas, alentó a la juventud a ser “sal de la tierra y luz del mundo”, transmitiendo esperanza, fe en Cristo y un llamado a la paz.
Un estilo deliberado y reservado

A diferencia de su antecesor, León XIV ha dejado claro que no pretende un papado centrado en su figura. En sus primeras palabras a la Curia Vaticana, pronunció un mensaje con tono conciliador: “Los papas van y vienen, pero la Curia permanece”. Esa frase reflejó tanto su prudencia como su intención de despersonalizar el rol.
La diferencia con Francisco se percibe también en la comunicación. Kevin Hughes, profesor de teología en la Universidad de Villanova —donde León se formó—, explicó que el nuevo pontífice “es muy directo y claro, pero evita las conferencias improvisadas”. Para muchos fieles y analistas, esto supone un giro después de los años en los que cada palabra de Francisco generaba expectativa y titulares en todo el mundo.
Continuidad con las prioridades de Francisco

Pese a este cambio de tono, León XIV no ha desmantelado la obra de su antecesor. Todo lo contrario: ha profundizado algunas de sus banderas. Entre ellas, la cuestión ecológica. Celebró la primera misa con inspiración ambiental y aprobó la construcción de un parque solar de 430 hectáreas en las afueras de Roma, con el objetivo de que el Vaticano se convierta en el primer Estado carbono neutral del planeta.
También reforzó la política de transparencia financiera en la Santa Sede y confirmó que el cardenal John Henry Newman será proclamado “doctor de la Iglesia”. No obstante, ha evitado dar pasos espectaculares: no concedió entrevistas extensas ni realizó grandes viajes internacionales en estos primeros 100 días. A sus 69 años, el ritmo que imprime es pausado, sin prisa, como lo describen en Roma: una “lluvia serena” después de la intensidad de Francisco.
Un papa con raíz agustiniana

Desde el inicio, León XIV se presentó como “hijo de san Agustín”. Su vida espiritual, marcada por la tradición agustiniana, pone en el centro la oración comunitaria y la búsqueda de la verdad en Dios. Fue prior general de la Orden de San Agustín en dos períodos y suele citar al santo en homilías y discursos, reforzando así una impronta profundamente espiritual.
Identidad misionera y vínculo con América Latina



León XIV también es heredero directo de Francisco en su camino pastoral. Fue el Papa argentino quien lo nombró obispo de Chiclayo, Perú, en 2014, y más tarde prefecto de un dicasterio clave en 2023. Su paso por América Latina le dio una sensibilidad marcada por las periferias y la misión, en sintonía con la visión de una Iglesia que sale al encuentro de los más vulnerables.
Para Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, León XIV “encarna la unidad en la diferencia, porque viene del centro pero vive en la periferia”. Esa combinación le otorga un perfil particular: un papa que hereda la audacia misionera de Francisco, pero que al mismo tiempo ofrece a la Iglesia un respiro de calma tras años de cambios intensos.
En síntesis, al cumplirse sus primeros 100 días de pontificado, León XIV se muestra como un líder que apuesta por la continuidad en lo esencial, pero con un estilo más reservado y contemplativo. Su serenidad, su raíz agustiniana y su mirada misionera lo posicionan como un pontífice que prioriza la unidad y la tradición, dejando claro que no busca brillar por sí mismo, sino servir a la Iglesia en silencio y firmeza.