Durante la celebración del Jubileo de los Pobres en el Vaticano, el papa León XIV exhortó a los gobernantes a atender “el grito de los más pobres” y profundizó su llamado a una sociedad más justa. La jornada incluyó una misa en la basílica de San Pedro y una serie de actividades comunitarias ligadas al año santo.
El acto, seguido por miles de fieles, subrayó la centralidad de la justicia social en el actual pontificado.
La ceremonia reunió a personas en situación de vulnerabilidad provenientes de diversos países, trasladadas gracias al trabajo de organizaciones caritativas y voluntarios. Desde el altar mayor, León XIV denunció las múltiples formas de pobreza que golpean al mundo y recordó que “no podrá haber paz sin justicia”, dirigiendo su mensaje también a los líderes políticos internacionales.
El encuentro se dio después de que el pontífice recibiera a destacadas figuras de Hollywood en el Vaticano, advertencia incluida sobre los riesgos que enfrenta la industria cinematográfica. Ya en la misa del Jubileo, reiteró que la pobreza interpela no solo a los cristianos sino también a quienes ejercen responsabilidades públicas: “Exhorto por ello a los Jefes de Estado y a los Responsables de las Naciones a escuchar el grito de los más pobres”, afirmó.
Debido a la enorme afluencia, unas 12.000 personas debieron seguir la misa desde las pantallas ubicadas en la plaza de San Pedro. Tras finalizar la celebración, el Papa salió a saludarlos y comentó con humor: “La basílica se nos ha quedado un poco pequeña”, según indicó Vatican News.
En su homilía, León XIV ilustró cómo los más vulnerables ponen en evidencia la ausencia de justicia social “con su migración o con su grito tantas veces sofocado por el mito del bienestar y del progreso que no tiene en cuenta a todos”. También recordó que en el mundo actual persisten situaciones de pobreza material, moral y espiritual, especialmente entre los jóvenes, todas marcadas por un mismo denominador: la soledad.
A seis meses de asumir tras la muerte de Francisco, el papa estadounidense ha situado la defensa de los últimos en el centro de su misión pastoral. Con su exhortación apostólica Dilexi te (2025) como referencia, insistió en promover la llamada “cultura de la atención” frente a “la globalización de la impotencia”, que transmite la idea de que los conflictos y desigualdades son inevitables.
El pontífice instó a adoptar actitudes concretas de cercanía: “Debemos estar atentos al otro, a cada uno, allí donde estamos, allí donde vivimos… llegando a las periferias”. Y recordó que la convivencia debe ser un “espacio de fraternidad y dignidad para todos, sin excluir a nadie”. Reconoció, además, que la Iglesia continúa herida por antiguas y nuevas pobrezas, pero aspira a ser “madre de los pobres, un lugar de acogida y justicia”.
El Jubileo de los Pobres se sumó a las numerosas celebraciones propias del año santo, coincidiendo con el Día Mundial de los Pobres, instaurado en 2017 por Francisco. Tras la misa, León XIV encabezó el Ángelus y luego almorzó en el Aula Pablo VI con unas 1.300 personas en situación de vulnerabilidad, entre ellas un grupo de alrededor de 50 mujeres trans. En paralelo, Roma acogió diferentes actividades comunitarias de ayuda social.
Más tarde, desde la plaza de San Pedro, el Papa retomó su catequesis con un fuerte llamamiento a la paz: “No podemos acostumbrarnos a la guerra y la destrucción”, dijo, ampliando su mensaje a todas las regiones afectadas por conflictos. Mencionó la discriminación contra cristianos en países como Bangladesh, Nigeria, Mozambique y Sudán, donde continúan los ataques a comunidades y lugares de culto. Allí reafirmó: “¡Dios es un Padre misericordioso y desea la paz entre todos sus hijos!”.
El Pontífice también se refirió al atentado en la provincia congoleña de Kivu del Norte, donde al menos veinte personas murieron tras un ataque de las ADF a un centro de salud dirigido por religiosas. “Oremos para que cese toda la violencia”, pidió.
En cuanto a Ucrania, lamentó los continuos bombardeos, incluso en Kiev, señalando que éstos “no perdonan a los niños” y dejan a miles de familias sin hogar en pleno invierno. Llamó nuevamente a la comunidad internacional a no naturalizar el conflicto: “¡No podemos acostumbrarnos a la guerra y a la destrucción! Oremos juntos por una paz justa y estable en la martirizada Ucrania”.
Finalmente, envió un mensaje de consuelo a Perú tras el trágico accidente de un autobús que cayó a un barranco cerca de Ocoña y dejó 37 muertos y 13 heridos. “Que el Señor acoja a los fallecidos, fortalezca a los heridos y consuele a las familias en duelo”, expresó.
