Representantes civiles de Israel y Líbano volvieron a sentarse en la misma mesa este miércoles, después de más de 40 años sin contacto directo. La reunión, realizada en la sede de la misión de paz de la ONU en Naqura, marcó un paso relevante dentro del acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbollah.
Aunque este canal diplomático reabrió formalmente, el primer ministro del Líbano, Nawaf Salam, sostuvo que no implica el inicio de negociaciones de paz amplias. Ambos países continúan técnicamente en estado de guerra.
El encuentro se llevó a cabo como parte del mecanismo que supervisa el cese de hostilidades activo desde noviembre de 2024. Hasta ahora, los intercambios se desarrollaban únicamente entre delegaciones militares. En esta oportunidad, Líbano estuvo representado por el ex embajador en Estados Unidos, Simon Karam, mientras que Israel envió a Uri Resnick, integrante del Consejo de Seguridad Nacional.
La oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, informó que la reunión transcurrió “en un clima constructivo” y que quedó planteada la elaboración de propuestas destinadas a explorar posibles vías de cooperación económica entre los dos países.
Desde Beirut, Salam subrayó que el objetivo inmediato es lograr “el cese total de las hostilidades” y la retirada de las fuerzas israelíes que todavía permanecen en posiciones del sur libanés. También aclaró que cualquier acercamiento económico solo podría tener lugar después de una eventual normalización y posterior firma de la paz. “Aún estamos lejos de ese escenario”, afirmó, remarcando que Líbano no busca acuerdos unilaterales con Israel.
La reunión contó además con la presencia de Morgan Ortagus, enviada especial de Estados Unidos para Líbano. Washington ha presionado a las autoridades libanesas para acelerar el desarme de Hezbollah y celebró que en esta instancia se incluyeran delegados civiles. Según la embajada estadounidense en Beirut, este paso demuestra el compromiso del mecanismo tripartito para avanzar en discusiones políticas y militares que permitan alcanzar estabilidad y una paz duradera en la región. Ortagus había mantenido encuentros en Jerusalén un día antes, con Netanyahu y el canciller Gideon Saar.
Estados Unidos impulsa desde hace meses conversaciones directas entre ambos vecinos, con el propósito de reducir tensiones y debilitar la influencia regional de Hezbollah, apoyado por Irán. El gobierno libanés sostiene que está dispuesto a negociar, mientras que Netanyahu reiteró en varias oportunidades su deseo de que Beirut se sume a los Acuerdos de Abraham, que normalizaron relaciones entre Israel y varios estados árabes y musulmanes.
No es la primera vez que Israel y Líbano entablan un diálogo directo: en 1983, tras la invasión israelí, ambas partes firmaron un acuerdo bilateral que, sin embargo, nunca fue ratificado. El relanzamiento de contactos ocurre pocos días después del primer aniversario del frágil alto el fuego entre Israel y Hezbollah, vigente desde el 27 de noviembre de 2024.
La tregua puso fin a más de un año de enfrentamientos detonados por ataques de Hezbollah en apoyo a Hamas. Aun así, Israel continuó con sus bombardeos en territorio libanés alegando que busca impedir la reconstrucción militar de la milicia chiita.
El gobierno del Líbano estableció un plan para que su ejército desmantele antes de fin de año la infraestructura militar de Hezbollah al sur del río Litani, con la intención de extender esa tarea luego al resto del país. Tel Aviv considera que los avances son insuficientes. La oficina de Netanyahu reiteró que el desarme de Hezbollah es “esencial” para consolidar la seguridad.
En el primer aniversario del alto el fuego, el ejército israelí informó que durante ese año ejecutó unas 1.200 “operaciones específicas”, en las que aseguró haber eliminado a más de 370 integrantes de Hezbollah, Hamas y otros grupos palestinos.
