En un acontecimiento sin precedentes, Rusia fue escenario del estreno de la primera ópera creada con el apoyo de la inteligencia artificial. La obra, titulada Mandrágora, se presentó en la Nueva Escena del prestigioso Teatro Mariinski de San Petersburgo, y fue desarrollada a partir de ideas de los célebres Piotr Tchaikovski y Serguéi Rachinski.
El debut tuvo lugar el jueves 19 de junio de 2025, en el contexto del Foro Económico Internacional de San Petersburgo y el Festival Estrellas de las Noches Blancas. La entidad financiera Sberbank, principal banco ruso y uno de los patrocinadores del proyecto, fue la encargada de dar a conocer la noticia y resaltó que Mandrágora representa “una nueva etapa en la síntesis entre arte y tecnología”.
Según explicó la institución, el proceso creativo contó con la participación del compositor Piotr Dranga y fue complementado por varias herramientas de inteligencia artificial desarrolladas por Sberbank. El programa GigaChat se encargó de la redacción del libreto, mientras que SymFormer fue responsable de la optimización de los arreglos musicales. Por su parte, Kandinsky diseñó las propuestas visuales y escenográficas.
A pesar del uso intensivo de IA, todos los aportes tecnológicos estuvieron supervisados por artistas humanos, quienes guiaron la producción con un profundo respeto por el estilo del siglo XIX, época en la que vivió Tchaikovski. El estreno también coincidió con la conmemoración del 185° aniversario del nacimiento del compositor ruso.
El director general de Sberbank, Herman Gref, destacó las ventajas del uso de estas herramientas en el proceso artístico: “La inteligencia artificial permite ahorrar una enorme cantidad de tiempo, especialmente en tareas complejas como los arreglos orquestales para una sinfónica. Es un trabajo que muchos compositores consideran agotador, pero gracias a la IA pueden enfocarse en la esencia de la creación: lo que llevan en el alma. La inteligencia artificial se convierte así en un asistente poderoso y una fuente de inspiración”.
Con Mandrágora, Rusia no solo rinde homenaje a uno de sus más grandes músicos, sino que además abre un nuevo capítulo en la historia del arte operístico, donde lo humano y lo artificial comienzan a convivir sobre el escenario.