El primer ministro francés Sébastien Lecornu fracasó en su primer intento de negociar con la oposición y enfrenta amenazas de censura

El primer ministro francés descartó usar el polémico artículo 49.3 para aprobar los presupuestos de 2026 sin votación, pero ni socialistas, ni la derecha, ni la ultraderecha aceptaron sus propuestas. El futuro de su frágil gobierno dependerá del discurso de política general que dará el próximo martes.

El primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, brindó una declaración en el Hotel Matignon de París el 3 de octubre de 2025, en la antesala de una serie de consultas con las fuerzas políticas antes de anunciar la conformación del nuevo gobierno.Foto REUTERS.

El primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, buscó este viernes tender puentes con la oposición para garantizar la aprobación de los presupuestos de 2026 y evitar que se repita la crisis política que ha marcado los últimos meses en el país. Consciente de la debilidad de su administración —la cuarta en menos de un año—, el dirigente macronista ofreció un tono conciliador, pero sus esfuerzos no lograron convencer a los principales partidos.

En un gesto inusual, Lecornu anunció que no apelará al artículo 49.3 de la Constitución, mecanismo que habilita a aprobar leyes sin votación parlamentaria. “Estamos en el momento más parlamentario de la Quinta República (…) no podemos imponernos por la fuerza y no se puede forzar a la oposición”, explicó. Con esta decisión, intentó marcar distancia de sus predecesores, que recurrieron a esa herramienta para aprobar los presupuestos de 2025 y la polémica reforma previsional que elevó la edad mínima de jubilación a 64 años.

El primer ministro de 39 años pidió a las fuerzas políticas buscar compromisos y ceder en algunos puntos. “En los grandes asuntos de debate las cosas no son binarias. Siempre se puede encontrar terreno común”, sostuvo.

La oposición se mantiene firme

Las señales de apertura, sin embargo, no calmaron a la oposición. Lecornu mantuvo reuniones con socialistas, ecologistas, comunistas y con la líder ultraderechista Marine Le Pen. Aunque los socialistas fueron los que más tiempo pasaron en su despacho —más de dos horas—, se retiraron sin mostrar apoyo. Olivier Faure, su principal referente, advirtió: “No estamos satisfechos, mantenemos nuestras exigencias (…) Le damos unas horas más para que reflexione sobre ellas y nos responda en el discurso de política general”.

Entre los pedidos socialistas figura un impuesto más fuerte sobre el patrimonio de las grandes fortunas y la derogación de la reforma de las pensiones de 2024, considerada uno de los emblemas del mandato de Emmanuel Macron. “Si se pone bajo tutela del Parlamento, debe hacerlo de la A a la Z”, recalcó Faure.

Olivier Faure, primer secretario del Partido Socialista; el diputado Boris Vallaud, líder del bloque parlamentario Socialistas y Afines (SOC); y la eurodiputada Nora Mebarek se retiran luego de un encuentro con el primer ministro francés, en el marco de las consultas realizadas en el Hotel Matignon de París, el 3 de octubre de 2025. Foto REUTERS

Más duro fue Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, que ni siquiera se sumó a la ronda de contactos. “No te creemos, Lecornu. Solo has dicho palabras sin contenido real”, lanzó, confirmando que su bancada presentará una moción de censura.

Condiciones desde la derecha y la ultraderecha

El panorama tampoco es favorable con sus eventuales aliados de la derecha moderada. Bruno Retailleau, ministro del Interior en funciones y referente de ese sector, condicionó su apoyo a compromisos concretos contra la inmigración ilegal y a un plan de reducción del déficit público. Además, cuestionó los guiños hacia los socialistas, a los que acusó de obstaculizar los recortes necesarios.

Marine Le Pen, diputada y referente de la extrema derecha francesa, presidenta del bloque parlamentario de la Agrupación Nacional (Rassemblement National – RN), dialoga con la prensa tras mantener una reunión con el primer ministro en el marco de las consultas desarrolladas en el Hotel Matignon, en París, el 3 de octubre de 2025. Foto REUTERS

Marine Le Pen, por su parte, se mostró igualmente escéptica. En su reunión reiteró sus demandas habituales: reducir ayudas a inmigrantes y disminuir la contribución de Francia a la Unión Europea. Tras el encuentro, describió a Lecornu como un líder “poco claro” y sin propuestas firmes para su sector.

Un futuro político incierto

La situación de Lecornu es crítica: debe anunciar este fin de semana la conformación de un nuevo gabinete, que se prevé continuista, y preparar el discurso de política general del martes, del cual dependerá su supervivencia en el cargo.

Con una deuda pública que ya alcanza el 115,6% del PIB y tras las caídas de los gobiernos de François Bayrou en septiembre y de Michel Barnier en diciembre, el actual primer ministro camina sobre una cuerda floja. Su desafío es doble: mantener cohesionado al bloque macronista y, al mismo tiempo, lograr consensos mínimos con la oposición. Pero los reclamos se encuentran en polos opuestos: mientras los socialistas piden justicia fiscal y la reversión de la reforma previsional, la derecha exige austeridad y mano dura migratoria.

Por ahora, el único logro de Lecornu es haber evitado —al menos por el momento— un nuevo uso del artículo 49.3. La gran incógnita es si ese gesto simbólico alcanzará para frenar la amenaza de mociones de censura y garantizar la estabilidad de un gobierno que sigue pendiendo de un hilo.

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