El papa León XIV inicia esta semana su primera gira por Turquía y Líbano para impulsar la unidad cristiana
El viaje de seis días marca también el debut global del pontífice nacido en Chicago. En Turquía, participará en la conmemoración del 1.700º aniversario del Concilio de Nicea, donde se redactó el Credo, una de las declaraciones fundamentales de la fe cristiana.
El papa León XIV inicia su primera gira por Turquía y Líbano para impulsar la unidad cristiana y renovar los llamados a la paz regional. El líder de la Iglesia, elegido en mayo, emprende este jueves su primer viaje internacional con una agenda centrada en el diálogo interreligioso y en la búsqueda de entendimiento en una región marcada por tensiones políticas y conflictos armados.
El pontífice estadounidense encara así su primer gran desafío mundial en un contexto atravesado por guerras y profundas fracturas geopolíticas.
Rusia dijo desconocer cambios al plan de paz para Ucrania y la propaganda de Putin tildó a la contrapropuesta europea de “fantasiosa e inaceptable”.

El viaje de seis días constituye también la presentación internacional del papa oriundo de Chicago. En Turquía, su primera escala, León XIV participará en la conmemoración del 1.700° aniversario del Concilio de Nicea, evento histórico donde se formuló el Credo, uno de los pilares doctrinales del cristianismo.
Aunque el país cuenta con un 0,2% de población cristiana sobre un total de 86 millones de habitantes, la visita captó poca atención local. La situación es distinta en Líbano, donde el viaje del papa despierta grandes expectativas. La nación, tradicionalmente considerada un modelo de convivencia entre credos, arrastra desde 2019 una crisis económica devastadora, el impacto de la explosión del puerto de Beirut en 2020 y las secuelas de la reciente guerra con Israel.
El momento en el que una explosión suicida mató a tres personas en un cuartel de paramilitares en Pakistán.
“El pueblo libanés está cansado”, expresó Vincent Gelot, director para Líbano y Siria de l’Oeuvre d’Orient. Señaló que los ciudadanos esperan “una palabra franca dirigida a la élite libanesa y acciones concretas”.
En Beirut, tanto el gobierno como la Iglesia avanzan con los preparativos. Carteles con la imagen del pontífice y el lema “Líbano quiere paz” ya cubren calles y caminos recién refaccionados. Para Fadi Assaf, embajador libanés ante el Vaticano, se trata de una visita “excepcional” que permitirá “visibilizar las dificultades” del país, que busca romper su bloqueo político y económico.
Líderes europeos y africanos se reúnen en Angola para una cumbre centrada en reforzar los vínculos económicos y de seguridad bilaterales.

El viaje de seis días marca también el debut global del papa nacido en Chicago. Gelot remarcó que la población libanesa vive atrapada en “un círculo vicioso de guerras y sufrimiento”, con “esperanzas frustradas” y gran incertidumbre hacia el futuro. Aunque la presencia del papa no resolverá los problemas estructurales, sí aportará respaldo a instituciones privadas —muchas religiosas— que sostienen servicios esenciales como hospitales y escuelas. Entre ellas está el hospital psiquiátrico administrado por monjas franciscanas, incluido en la agenda del pontífice.
El programa en el país prevé un encuentro con jóvenes, una misa al aire libre que podría reunir a 100.000 personas y una oración en el puerto devastado, donde murieron más de 220 personas. Abdo Abou Kassem, coordinador de medios de la Iglesia para la visita, explicó que el papa buscará también “reafirmar el papel de Líbano como modelo para Oriente y Occidente” mediante un encuentro interreligioso en el centro de Beirut.
La primera parada del papa será Turquía, un país situado entre Oriente y Occidente. Allí impulsará el diálogo entre la Iglesia y el Islam, con reuniones previstas con el presidente Recep Tayyip Erdogan en Ankara y una visita a la Mezquita Azul en Estambul.
El eje espiritual del viaje será la conmemoración del Concilio de Nicea. León XIV fue invitado por el patriarca Bartolomé I, líder de la Iglesia Ortodoxa. El concilio, celebrado en el año 325, tuvo lugar siglos antes de las divisiones entre Oriente y Occidente, y la ceremonia busca resaltar el anhelo de unidad cristiana. En las orillas del lago Iznik, el papa participará de una oración junto a dignatarios ortodoxos.
Sin embargo, la jornada estará marcada por una ausencia notable: el patriarca ruso Kirill, cercano al presidente Vladimir Putin, no fue invitado. La guerra en Ucrania profundizó la brecha entre los patriarcados de Moscú y Constantinopla, por lo que el Vaticano evita cualquier gesto que pueda interpretarse como una provocación o un respaldo a una de las partes en disputa.








