La Iglesia Católica vivió este domingo un acontecimiento sin precedentes con la canonización de Carlo Acutis, considerado el primer santo de la generación millennial. La ceremonia, celebrada en la Plaza de San Pedro y presidida por el papa León XIV, reunió a decenas de miles de fieles de todo el mundo. Durante el mismo acto también fue declarado santo Pier Giorgio Frassati, joven italiano fallecido en 1925.
El evento comenzó a las 10:00 de la mañana (hora local Italiana), con la fórmula solemne en latín que inscribió sus nombres en el libro de los santos. La celebración, cargada de simbolismo, tuvo una fuerte presencia juvenil y consolidó el legado de Acutis como modelo de santidad para la era digital.
Nacido en Londres en 1991 y fallecido en 2006 a los 15 años a causa de leucemia, Carlo Acutis se destacó por su fe profunda, su compromiso social y su creatividad en el uso de la tecnología. Beatificado en 2020 por el papa Francisco, se le atribuyen dos milagros: la curación de un niño en Brasil y la recuperación de una adolescente costarricense tras un accidente grave. Su madre, Antonia Salzano, recordó que “Carlo era un chico normal, pero con una cualidad extraordinaria: abrió de par en par su corazón a Jesús”.

Apodado el “ciberapóstol” o “influencer de Dios”, Acutis utilizó sus conocimientos de informática para evangelizar. Entre sus iniciativas destacó la creación de una exposición digital sobre milagros eucarísticos, todavía disponible en línea, que ha sido visitada por miles de personas en todo el mundo. Su tumba, ubicada en el Santuario de la Spogliazione en Asís, se convirtió en lugar de peregrinación para cientos de miles de fieles.

En la misma ceremonia fue canonizado Pier Giorgio Frassati, hijo del fundador del diario La Stampa. Reconocido por su espíritu solidario, su afición al alpinismo y su lema “Verso l’alto”, falleció a los 24 años por poliomielitis. Beatificado por Juan Pablo II en 1990, un segundo milagro atribuido en 2024 —la curación inexplicable de un joven estadounidense en coma— abrió la puerta a su canonización.
El papa León XIV destacó a ambos como “santos de lo cotidiano”, ejemplos cercanos capaces de inspirar a los jóvenes actuales. En escuelas y parroquias de distintas partes del mundo, como en Chicago, los estudiantes ya recrean su vida y obra en talleres y actividades comunitarias.
Al finalizar la misa, el Pontífice rezó el Ángelus y lanzó un enfático llamado a la paz: “Las victorias logradas con las armas son falsas victorias que solo traen destrucción. Dios no quiere la guerra. ¡Dios quiere la paz!”. El Papa recordó además a dos mártires recientemente beatificados en Estonia y Hungría, subrayando su testimonio de fe frente a la persecución y la violencia.
Con esta canonización, la Iglesia Católica no solo sumó dos nuevos santos a su santoral, sino que envió un mensaje de cercanía a las nuevas generaciones, mostrando que la fe y el compromiso social pueden dialogar con la vida contemporánea y las tecnologías actuales.