Con el paso de los años, Guido Kaczka se ha impuesto como una de las figuras más emblemáticas de El Trece. No sólo se destacó en sus ciclos de entretenimiento, sino que se convirtió en un pilar fundamental para el rating del canal del solcito. Luego se sumó a la movida Darío Barassi, que pronto se posicionó como uno de los rostros más queridos de la emisora, y el año pasado se apostó por el humor de Sebastián Wainraich para reforzar la franja nocturna.
A pesar de que los tres conductores mantienen niveles de audiencia muy sólidos, los resultados económicos no acompañan de la misma manera. Según reveló La Pavada del diario Crónica, la recaudación publicitaria se queda corta para sufragar los gastos generales de las producciones, y la situación pesa especialmente en el gran show de juegos de Guido Kaczka. Su programa “The Balls”, que lidera las pantallas en el horario, se encuentra con serios inconvenientes para sostener el nivel de producción que requiere el formato, en especial por los elevados premios que reparte, los cuales pueden alcanzar hasta los 10 millones de pesos. Aunque el carisma de Kaczka y la fidelidad de su audiencia son innegables, los ingresos no alcanzan para equilibrar la inversión inicial, lo que pone en jaque la continuidad del ciclo a largo plazo.
La situación no es muy distinta en otros frentes. Sebastián Wainraich, con su propuesta “La noche perfecta”, se luce en el horario de medianoche, pero se encuentra entre los proyectos más afectados por la falta de auspiciantes. Por el contrario, Darío Barassi con “Ahora caigo” vive una realidad distinta. Su programa, que apuesta por un formato más austero en cuanto a producción, logra mantener una buena proporción entre costos e ingresos, lo cual le permite navegar algo mejor la tormenta de la crisis publicitaria.
Frente a este escenario, fuentes cercanas al canal aseguran que ya se están barajando varias estrategias para salir de apuro. Entre las opciones, se contemplan desde ajustes puntuales en los gastos, la búsqueda de nuevas alianzas con marcas para sumar visibilidad e incorporar sus productos en escena, hasta la posibilidad de reformular los formatos de algunos programas, con el objetivo de achicar costos sin sacrificar la calidad que caracteriza a la producción.
En definitiva, mientras el rating sigue siendo un as en la manga de El Trece, la cuestión económica se presenta como el gran desafío para mantener en alto el nivel de los grandes del entretenimiento. El camino a seguir, sin duda, pasará por hallar el equilibrio perfecto entre éxito en la pantalla y viabilidad económica.








