El próximo miércoles, los cardenales celebrarán una misa solemne en la Basílica de San Pedro, antes de ingresar en la etapa decisiva del proceso: el cónclave secreto donde elegirán al nuevo Papa. Solo aquellos menores de 80 años —un total de 135 purpurados, de los cuales el 80% fue nombrado por Francisco— tienen derecho a voto.
Mientras tanto, la Capilla Sixtina cerró sus puertas al público para ultimar los preparativos logísticos. Allí se desarrollará la votación a puerta cerrada, en un proceso que podría extenderse varios días. El Vaticano ya se encuentra bajo una atmósfera de recogimiento, tras el solemne funeral que despidió a Francisco ante 400.000 personas y líderes internacionales.
Los cardenales convocados a Roma llegan desde los rincones más diversos del mundo. Muchos de ellos apenas se conocen, lo que agrega incertidumbre al perfil que podría tener el próximo pontífice. Entre los fieles, hay esperanza de continuidad. “Deseamos alguien que se parezca a Francisco, aunque no sea exactamente igual”, expresó el cardenal argentino Ángel Sixto Rossi, de 66 años.
La búsqueda de un sucesor capaz de mantener los avances del papa jesuita —especialmente en la lucha contra los abusos, la apertura a mujeres y laicos, y la defensa de los más vulnerables— atraviesa los deseos de gran parte del clero y los fieles. “Debe tener una personalidad abierta para todos”, reclamó Patricia Spotti, una peregrina italiana.
Sin embargo, las divisiones internas no son un secreto. Las reformas de Francisco generaron resistencias en sectores conservadores que ahora esperan una orientación más tradicional. “Hoy necesitamos unirnos, no dividirnos”, recordó el cardenal Jean Zerbo de Malí, en un llamado a la unidad durante la oración ante la tumba de Francisco.
A días de que se cierre definitivamente la Capilla Sixtina para iniciar la votación, el mundo entero contiene la respiración, a la espera de conocer al nuevo líder de la Iglesia Católica.