Las sanciones de la ONU contra el régimen iraní volvieron a entrar en vigor este sábado por la noche, luego de que caducara el mecanismo activado a fines de agosto por Reino Unido, Francia y Alemania para denunciar los incumplimientos de Teherán en materia nuclear. El Consejo de Seguridad avaló la medida, pese a los intentos de Rusia y China de aplazarla, que fracasaron el viernes. Así, a partir de las 20:00 de Nueva York (00:00 GMT del domingo), las restricciones —que incluyen un embargo de armas y severas medidas económicas— quedaron restablecidas diez años después de haber sido levantadas. En este marco, Estados Unidos lanzó un llamado directo a la República Islámica.
Washington instó al régimen iraní a abrir “conversaciones directas” con el fin de bajar tensiones y avanzar hacia una solución negociada. El gobierno norteamericano remarcó que el regreso de las sanciones busca presionar a Teherán para que retome los compromisos nucleares y coopere plenamente con la comunidad internacional.
“La diplomacia sigue siendo una opción: un acuerdo es la mejor salida tanto para Irán como para el mundo. Para lograrlo, Teherán debe aceptar conversaciones de buena fe, sin demoras ni confusiones”, afirmó el secretario de Estado Marco Rubio en un comunicado, donde también instó a otros países a aplicar de inmediato las sanciones.
Las medidas impuestas alcanzan al comercio, las finanzas y la venta de armas, golpeando de manera significativa la economía iraní. Frente a este escenario, Francia, Alemania y Reino Unido advirtieron a Teherán que evite cualquier movimiento que incremente la tensión. En un mensaje conjunto, los ministros de Asuntos Exteriores de los tres países —conocidos como el E3— aclararon que el regreso de las sanciones “no significa el fin de la diplomacia” e instaron a Irán a volver al cumplimiento de sus obligaciones.
Más temprano, el presidente iraní Masud Pezeshkian calificó de “irrazonables” las exigencias de Washington en torno al programa nuclear. Desde Nueva York, tras su paso por la Asamblea General de la ONU, declaró a la televisión estatal que su país prefiere el restablecimiento de sanciones antes que aceptar condiciones “irracionales”. Según explicó, Estados Unidos pidió la entrega de más de 400 kilos de uranio enriquecido al 60 % —cercano al nivel requerido para uso militar— a cambio de una prórroga de tres meses antes de reactivar las sanciones, lo cual Teherán consideró “inaceptable”.
El mandatario añadió que incluso si accedieran a esa demanda, Washington podría imponer nuevas condiciones más adelante. “Si debemos elegir entre aceptar esas exigencias y el reinicio rápido de sanciones, optamos por lo segundo”, sostuvo.
Las declaraciones se produjeron luego de que el Consejo de Seguridad rechazara un proyecto de Rusia y China que pretendía retrasar seis meses la reactivación de sanciones. El E3 había puesto en marcha el 28 de agosto el mecanismo automático de restablecimiento, al considerar que Irán incumplía el acuerdo nuclear de 2015, que limitaba sus actividades a cambio del levantamiento de restricciones internacionales.
Teherán, por su parte, responsabiliza a Estados Unidos de la actual crisis tras su salida unilateral del pacto en 2018, y acusa a las potencias europeas de no cumplir con sus compromisos. Los europeos habían ofrecido aplazar la medida si Irán reanudaba la cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) y explicaba el paradero del uranio enriquecido, pero la colaboración se interrumpió tras la guerra de doce días con Israel en junio.
El régimen asegura que ese material se encuentra bajo los escombros de instalaciones destruidas durante los bombardeos estadounidenses e israelíes. El Consejo de Seguridad ya había rechazado a mediados de septiembre un intento de levantar de forma permanente las sanciones previas al pacto de 2015.
Con la entrada en vigor de las sanciones, Irán anunció que suspenderá el acuerdo de cooperación firmado con el OIEA el 9 de septiembre y advirtió que adoptará represalias. El régimen insiste en que está dispuesto a enfrentar las consecuencias antes que ceder en el control de su programa nuclear, en un contexto internacional cada vez más tenso.