Desde 1973, cuando la ONU instauró esta fecha como una llamada global a la acción, el planeta perdió el 30% de sus bosques tropicales, los océanos se llenaron de plásticos, las ciudades superaron límites de contaminación y las temperaturas rompieron récord tras récord.
Este año, el foco está puesto en la restauración de ecosistemas, con campañas centradas en reforestar, descontaminar ríos, reducir emisiones y proteger la biodiversidad. Pero en muchos casos, los compromisos institucionales se diluyen entre promesas difusas, intereses económicos y falta de voluntad política.
Argentina, entre la retórica y el extractivismo
En el caso argentino, la situación no es distinta. Aunque el país adhiere a múltiples tratados ambientales y cuenta con leyes como la de bosques y la de glaciares, la presión sobre los recursos naturales sigue creciendo. Avanza la frontera agropecuaria, se promueven megaminerías y los desmontes ilegales siguen a la orden del día, especialmente en provincias como Salta, Chaco y Santiago del Estero.
Además, la desinversión en políticas ambientales ha sido una constante, sin importar el color político de turno. El presupuesto destinado al Ministerio de Ambiente representa una fracción mínima del total nacional. Y mientras tanto, los efectos del cambio climático —sequías extremas, inundaciones, incendios— ya se sienten con crudeza.
Del símbolo a la acción
Cada 5 de junio se multiplican las campañas, los posteos institucionales, las actividades escolares. Pero si no hay cambios estructurales en los modelos de producción y consumo, todo eso es maquillaje verde.
Reciclar está bien, pero no alcanza. Plantar árboles suma, pero no compensa. Separar residuos es necesario, pero no resuelve.
Lo que se necesita es una transformación profunda: energías limpias con justicia social, ciudades sustentables de verdad, políticas públicas con perspectiva ambiental transversal y una ciudadanía que no sólo consuma verde, sino que exija rendición de cuentas.
Porque el Día Mundial del Medio Ambiente no puede ser solo un recordatorio. Tiene que ser una advertencia.