Muchos empresarios PYMES se enfocan exclusivamente en aumentar las ventas, sin prestar atención al verdadero motor de la rentabilidad: el margen. Facturar más no siempre significa ganar más. Y para tomar decisiones correctas, hay que saber cuánto realmente se gana por cada unidad vendida, esto es, su margen bruto.
El margen es una herramienta de diagnóstico. Nos permite saber si estamos vendiendo bien, si los precios están alineados a los costos, y si la estructura del negocio es sostenible. Cuando hablamos de margen, es fundamental distinguir entre dos tipos: el margen bruto y el margen neto.
El margen bruto surge de restar al ingreso por venta los costos directos. El ingreso por venta es el precio menos todos los descuentos realizados para efectuar la venta. Los costos incluyen los insumos, la materia prima, el producto que se revende o los costos directamente atribuibles a la prestación del servicio. En otras palabras, el margen bruto. Es lo que queda antes de afrontar los gastos generales.
El margen neto, en cambio, refleja el resultado final después de descontar los gastos operativos, los impuestos y los costos financieros. Es la ganancia real del negocio. Saber este número es fundamental para proyectar, para planificar, para crecer.
Un error habitual en muchas empresas es no tener claridad sobre sus márgenes. Trabajan con una lista de precios que no siempre contempla el verdadero costo de lo que ofrecen. Y en tiempos de inflación, cambios constantes en los precios, promociones o insumos, esto puede ser fatal.
Otro error habitual es tratar de corregir problemas de rentabilidad no atacando el verdadero problema. Por ejemplo, cortar estructura cuando el problema es el margen bruto, o viceversa, subir precios o modificar fórmulas de costo cuando el problema es que la estructura está sobredimensionada. ¿Por qué el consumidor tiene que pagar un mayor precio porque no estamos corriendo eficientemente nuestro negocio? El principal riesgo es que deje de elegirnos y se caigan las ventas y el problema sea peor.
Calcular el margen no es sólo una cuestión contable. Es una decisión estratégica. Porque no todos los productos, servicios o unidades de negocio tienen el mismo margen. Algunos financian a otros. Algunos productos funcionan como gancho, otros como generadores reales de rentabilidad. Lo importante es conocer cuál es el rol de cada producto.
Por eso, es clave analizar producto por producto, canal por canal. No alcanza con saber cuánto factura el negocio en total. Hay que mirar por dentro: ¿qué vende más? ¿Qué deja más margen? ¿Qué productos tienen alto volumen pero baja rentabilidad? ¿Cuál es el mix de venta ideal?
En OKMA recomendamos siempre trabajar con una planilla clara que permita ver el margen por unidad. No hace falta un software sofisticado. Con una simple tabla que compare precio, costo y margen unitario ya es posible tomar mejores decisiones.
El margen también ayuda a tomar decisiones difíciles: ¿Conviene sostener ese canal de ventas? ¿Ese cliente grande que exige descuentos y condiciones especiales realmente deja ganancia? ¿Estamos empujando productos que no aportan al resultado?
Recordá: el objetivo de un negocio no es vender más, sino ganar más. Y para eso, entender y gestionar el margen es el primer paso hacia una empresa más sana, eficiente y rentable.