Una banda narco apodada la “Familia Amarilla” fue desarticulada tras una investigación que reveló su compleja estructura dedicada al tráfico y distribución de estupefacientes en La Matanza. El operativo, coordinado por la Superintendencia de Investigaciones de Delitos Complejos y Crimen Organizado junto a la Dirección de Investigaciones Delitos Federales, permitió secuestrar cocaína, marihuana, armas de fuego, municiones, dinero en efectivo y equipamiento técnico, dejando al descubierto la escala y el funcionamiento de la organización.
Según informaron fuentes policiales, la red operaba bajo un formato piramidal, con roles específicos para el abastecimiento, fraccionamiento, ocultamiento y entrega de drogas. El barrio 19 de Septiembre, en González Catán, funcionaba como epicentro desde donde la banda distribuía al menudeo.
La “Familia Amarilla” se consolidó tras la caída, en abril pasado, de otra organización criminal que operaba en la zona, aprovechando el vacío para convertirse en la nueva centralidad narco del distrito.
La investigación comenzó el 15 de agosto y permitió identificar varios domicilios utilizados estratégicamente por la banda. Con la orden de la UFIyJ Nro. 14, a cargo de Fernando López, y del Juzgado de Garantías Nro. 6, a cargo de Carina Andrijasevich, se realizaron nueve allanamientos: ocho en González Catán y uno en Virrey del Pino.
Cuatro personas fueron detenidas: Bernardino Carlos Guerrero Sotelo, principal abastecedor; Roberto Claudio Sánchez, encargado del fraccionamiento y manejo de armas; Flavia Daniela Sejmcurri, responsable de manipulación de armamento; y Daiana Belén Farías, a cargo del abastecimiento y preparación de drogas para la venta.
El secuestro incluyó 406,91 gramos de cocaína distribuidos en 323 envoltorios y seis trozos compactos, 1.210 gramos de marihuana (cogollos y un ladrillo), 20 macetas con plantas de cannabis, cuatro armas de fuego, cargadores, más de 80 municiones, dos cargadores de FAL, doce celulares, una caja fuerte, un DVR, una máquina contadora de billetes, una balanza electrónica y dinero en efectivo: $2.256.171, 1.002 dólares y 190 euros. Parte de este material estaba oculto en un pozo en el patio trasero del domicilio de Sánchez y Sejmcurri, considerado centro de acopio de armas.
La organización había desarrollado una logística propia con roles claros para la reventa, delivery y seguridad, adaptando su estructura a partir de la infraestructura delictiva previa. Su líder, apodado “El Pipa”, sigue prófugo y con pedido de captura activo.
La investigación reveló que la banda incorporaba rápidamente a aliados con antecedentes y capacidad de reorganización, y que no solo comercializaba drogas, sino que ejercía control territorial y participaba en delitos conexos como robos agravados, enfrentamientos armados y acopio ilegal de armas. Entre los antecedentes, Guerrero Sotelo figura vinculado a causas por infracción a la ley de drogas en 2023, mientras que Farías mantiene una causa de 2015 por tráfico de drogas y tenencia de armas.
El operativo incluyó tareas encubiertas, uso de drones, inteligencia y un despliegue táctico con el objetivo de consolidar la desarticulación de la organización, evitar la reconfiguración de nuevas bandas y fortalecer la presencia del Estado en la zona.