A un dia de las elecciones del domingo 19, la atención de Bolivia no está puesta en quién ganará el primer balotaje de su historia, sino en si los ciudadanos lograrán conseguir gasolina o diésel en los surtidores. Los combustibles escasean mientras el gobierno de Luis Arce enfrenta serias dificultades para reunir los entre 55 y 60 millones de dólares semanales que necesita para importarlos, según admitió el ministro de Hidrocarburos, Alejandro Gallardo.
El desabastecimiento es tanto causa como consecuencia de la recesión que atraviesa el país, explicó el director del Instituto Nacional de Estadísticas, Humberto Arandia. La falta de combustibles, la inflación y la caída económica configuran una de las peores crisis de las últimas décadas. Ese será el desafío inmediato que enfrentará Rodrigo Paz, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), o Jorge “Tuto” Quiroga, de Alianza Libre, si ganan el domingo y se convierten en presidente de Bolivia.
Ambos llegaron al balotaje tras ocupar el primer y segundo lugar en la primera vuelta del 17 de agosto. Fuera de esta contienda quedó el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que gobernó el país durante casi dos décadas. Por eso, los comicios del domingo abren una nueva etapa política y representan un punto de inflexión para Bolivia.
Una elección inédita
El balotaje, introducido por la Constitución de 2009, se aplica por primera vez. Antes, si ningún candidato alcanzaba mayoría en las urnas, la Asamblea Legislativa elegía al presidente. Hoy, la Carta Magna establece que un postulante puede ganar en primera vuelta si obtiene el 50 % de los votos o al menos el 40 % con una diferencia de 10 puntos sobre su rival. En agosto, ninguno cumplió esos requisitos.
Rodrigo Paz consiguió el 32,06 % de los votos y Quiroga el 26,7 %. Detrás quedaron el voto nulo (19,87 %) y Samuel Doria Medina (19,69 %). El MAS, golpeado por la crisis y las divisiones internas entre Arce y Morales, presentó dos candidatos —Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo— que fragmentaron el voto oficialista. Así, por primera vez en más de 20 años, un candidato no vinculado al MAS llegará a la presidencia.
Los candidatos y sus propuestas
Rodrigo Paz, de 58 años, ex senador y ex alcalde de Tarija, sorprendió en la primera vuelta al ganar en distritos históricamente dominados por el MAS. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, se define como un político de centro y apuesta por un plan de emergencia basado en tres ejes: descentralización del Estado, “capitalismo para todos y platita para la gente” —que combine crecimiento privado con subsidios— y una reforma judicial contra la corrupción.
Su compañero de fórmula, Edman Lara, excapitán de policía y figura popular en redes por sus denuncias de corrupción, fue clave para captar apoyo entre los sectores populares.
Por su parte, Jorge Quiroga, de 65 años y expresidente entre 2001 y 2002, propone un programa más orientado al mercado. Su plan económico incluye asistencia de organismos internacionales, reducción del empleo público, recorte de subsidios energéticos y privatización parcial de recursos naturales. Quiroga eligió como vicepresidente al empresario tecnológico Juan Pablo Velasco, reforzando su perfil proempresa.
No es la primera vez que busca regresar al poder: ya lo intentó dos veces, pero fue derrotado por Evo Morales.
El declive del MAS y de Evo Morales
Evo Morales dominó la política boliviana desde 2005 hasta 2019, período en el que impulsó la Constitución de 2009. Aunque la norma solo permite una reelección, Morales consiguió un nuevo mandato gracias a un fallo del Tribunal Constitucional en 2017. Sin embargo, las denuncias de fraude en las elecciones de 2019 provocaron su renuncia y el fin de su hegemonía.
Luis Arce, su exministro de Economía, recuperó el poder en 2020, pero la relación entre ambos se deterioró rápidamente. Las disputas internas y la decisión de Morales de volver a presentarse debilitaron al MAS, que en agosto obtuvo resultados mínimos. Morales, además, enfrenta causas judiciales por presunta trata de personas, las cuales niega. Pese a ello, busca reorganizar un nuevo espacio político para competir en los comicios subnacionales de abril.
Los desafíos del próximo presidente
La gestión de Luis Arce comenzó con una mayoría en Diputados (75 de 130 escaños), pero en esta elección solo logró dos. En su primer año de gobierno, la economía creció más de un 6 %, pero en 2025 se redujo un 2,4 %, según el INE. El FMI proyecta un crecimiento de apenas 0,6 % y una inflación del 15 %, una de las más altas de la región.
Las reservas internacionales se ubican en 3.400 millones de dólares, mientras que la deuda pública alcanza los 13.741 millones. En este contexto, tanto Paz como Quiroga prometen un plan económico de emergencia, pero ninguno tendrá mayoría parlamentaria: el primero cuenta con 49 diputados y el segundo con 39. La gobernabilidad dependerá de alianzas en un país con tradición de movilización social y conflictividad política.
Impacto regional e internacional
Durante los últimos 20 años, los gobiernos de Morales y Arce mantuvieron vínculos estrechos con Venezuela, Cuba, Nicaragua, Rusia, China e Irán. Por eso, en esta campaña, ambos candidatos fueron consultados sobre su futura política exterior.
Quiroga se mostró más proclive a recomponer la relación con Estados Unidos, país con el que Bolivia mantiene vínculos diplomáticos mínimos. El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, celebró el cambio de escenario:
“Tras 25 o 30 años de un gobierno hostil, los dos candidatos del balotaje quieren relaciones más sólidas con Estados Unidos”, afirmó.
Sea cual sea el resultado, Bolivia enfrenta una elección que quedará en la historia: la primera segunda vuelta presidencial, el fin del ciclo del MAS y la posibilidad de un nuevo rumbo político y económico para el país andino.
